Entradas

Imagen
¡Jaque mate, Papá! No importa cuán pequeño, insignificante, impotente o ignorado se sienta alguien; no importa cuán distante e insuperable parezca una meta; siempre hay un juego para jugar, en el que uno será vencedor. Al recordar el año en que cumplí trece años, puedo decir que jugué el juego de mesa más importante de mi vida, un juego de ajedrez, en el que yo era simplemente un simple peón indefenso. El tablero era nuestra casa, donde dieciséis piezas se movían para emular la analogía perfecta. Ocho peones, dos alfiles, dos caballos, dos torres, una reina y un rey; estos habrían sido el conteo correcto de piezas de ajedrez, aunque en nuestro juego simplemente reconocía a la reina y al rey. El hecho fue que todos nos movíamos para obedecer las reglas del rey. En un juego real, hay dos equipos de piezas de ajedrez; cada equipo se mueve hacia el extremo opuesto del tablero para acorralar al rey del otro equipo. Nuestro juego no era convencional porque sólo había un equipo, cuyo
Imagen
                                                                             Imagen de National Geographic                                                                     Besos de Manantial           Elena no se quería mirar más nunca en el espejo, ya no se acordaba cuándo había sido la última vez que lo había hecho. Cuando hablaba o reía frente a personas ajenas a su familia se cubría la boca para que nadie pudiese ver lo manchado que tenía sus dientes. Elena padecía una avitaminosis que parecía ser irreversible pues los médicos no la habían podido combatir. Elena era la mayor de tres hermanos, después de ella habían nacido Adolfo y la pequeña María. La economía familiar se sustentaba de la fabricación de vasijas de barro las cuales eran cocidas en sus hornos caseros. Comenzaba el naciente siglo XX y Elena pronto cumpliría sus quince primaveras, la edad ideal para que consiguiera un esposo y formara su propia familia. En aquella sociedad, la vida de la mujer cobraba su verdadero s
Imagen
Imagen tomada de:                                                       https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Soap_bubbles-jurvetson.jpg#/media/File:Soap_bubbles-jurvetson.jpg   Burbujas de Colores Érase una vez un bosque donde sólo vivían pájaros, todos ellos con algo en común: todos tenían un plumaje renegrido. Uno de estos pájaros, el más pequeño de todos, se embelesaba admirando el color de las flores y se preguntaba por qué las flores tenían tanta variedad de colores y aunque ellos se alimentaban de sus néctares tenían plumas renegridas. Un día, uno de ellos apareció con un plumaje exquisitamente teñido de un intenso color rojo. Toda la comunidad de pájaros estaba atónita, estaban tan abrumados que no se atrevían a creer que era uno de ellos. ¿Sería acaso un pájaro enviado por el Espíritu del Mal para destruirlos? “¡No me miren con esos ojos de terror! ¡Soy un ave de este bosque, no van a creer lo que he descubierto!” Les dijo
Imagen
Su nombre es Alicia Gabriela, pero un día su Tía Magda la llamó Gabyota, ella le explicó que la llamaría así no porque era una gaviota grande, sino porque era una Gaby grandota. A mí ese seudónimo me encantó; aunque desde que ella nació yo la había llamado Gaby Tinela. En verdad mi Gabyota es una Gaby Grandota, Grandota en belleza física y Grandota en dulzura; como madre no puedo verla de otra manera, pero aquellos que la conocen han de darme la razón. La historia que reescribo a continuación la escribí hace varios años, pero siempre vuelve a mi memoria y ese es el momento para compartirla de nuevo con mis lectores consecuentes. Un Violín para Alicia Gabriela Era el año 2002 y Alicia Gabriela a sus diez años comenzaba su Middle School y en su nueva etapa de vida escolar, tendría la opción de aprender a tocar un instrumento musical.  Fue para mí, su madre, una gran satisfacción cuando Gabyota me dijo que había escogido el violín. El profesor de música mandó todas las instruccion
Imagen
El Pastel de Manzanahoria Probablemente hayas  escuchado o leído la historia del conejito Víctor. En caso de que no lo hayas hecho, déjame decirte que el conejito Víctor solía comer sólo zanahorias; no le gustaba ningún otro tipo de verduras, hasta el día de su tercer cumpleaños cuando su mamá y su papá lo engañaron. Su papá compró manzanas y colorante anaranjado, y su mamá tiñó las manzanas de este color e hizo un pastel de manzana. El conejito Víctor estaba tan acostumbrado a comer sólo zanahorias que un 12 de enero del 2015, comió pastel de manzana totalmente convencido de que era pastel de zanahoria. Después de comer ese pastel de manzana pensando que era de zanahoria, el conejito Víctor se dio cuenta de que en realidad había otros vegetales que le gustaría comer. A partir de ese día aprendió a comer todo tipo de alimentos y creció fuerte y saludable. Habían pasado algunos años y el conejito Víctor se había convertido en un conejo glotón, al punto de comer desmedidamente todo
Imagen
Corazón de Madre Estamos en las praderas africanas, donde cada día cada uno de los seres representativos de la vida salvaje lucha por sobrevivir, donde la batalla entre el depredador y la presa nunca termina. Cada uno de ellos vive su diario acontecer con dignidad, sabe vivir disfrutando sus placeres y sabe morir cuando pierde su digna batalla. De todas las facetas de la vida salvaje, la más regocijante es la que cumplen a toda cabalidad las madres; al convertirse en madre se pierde toda fiereza, toda brutalidad animal y no son otra cosa que madres abnegadas y dulces; pero su dulzura se transforma en fuerza brutal y desmedida cuando les toca defender a la cría de sus entrañas porque la defienden con su propia vida. Una mañana de fresco amanecer en las sabanas de Sur África, dos madres cumplían sus labores maternales; una leona, Mota, y  una mona babuino, Zipa; ambas orgullosas de su respectivas crías a las que no les escatimaban ningún cuidado. Toda aquella tranquilidad se term