No creo que haya un tema del que se hable más en la
humanidad que el del Amor. El Amor es la energía más fuerte que altera el ritmo
con el que laten nuestros corazones. Tanto se ha hablado, tanto se habla y
tanto se seguirá hablando, y por más que se diga que hay profesionales
especializados para profundizar en el conocimiento de este sentimiento; yo creo
que su naturaleza es tan intrínseca como el cuerpo humano mismo y siempre
tendrá facetas escondidas que no hay poder sobre la Tierra que logre descifrar.
Nadie más que Nuestro Magno Creador conoce de la profundidad de este
sentimiento.
Hoy voy a escribir una historia, a petición de una de mis
lectoras, de dos seres que siendo muy jóvenes fueron presos de un amor recíproco,
un amor que les fue negado y que se quedó prendido en sus almas por tanto
tiempo como sus corazones palpitaran. Para aquel quien crea en la vida después
de la vida, pues allí uno de ellos espera al otro para poder brillar con una
luz compartida que les haga sentir en la Gloria de seguir amándose.
Una Princesa y Un Mercader
Érase una vez un Rey y una Reina que habían sido
bendecidos con nueve hijas. Su sueño era llegar a ver casadas a sus hijas
felizmente, llegar a verse rodeados de muchos nietos.
A medida que sus hijas se convertían en hermosas
señoritas, el Rey y la Reina se hacían más celosos de cuidarlas. Ellos querían
que sus hijas encontraran príncipes apuestos que las amaran profundamente y que
al casarse se quedaran a vivir con ellos en el mismo palacio.
Un día, llegó un comerciante que venía de tierras muy
lejanas a ofrecerles las telas más finas que se fabricaban en el mundo de la confección
de vestidos. La selección que traía el mercader era muy amplia, con una gama de
colores impresionante. Los reyes querían renovar las cortinas de su palacio y
renovar sus trajes y los de sus hijas. Tenían que dedicar un buen tiempo para
ver con detenimiento aquel material. Invitaron a aquel marchante a que se
hospedara en el palacio, mientras ellos escogían sin mucha premura las telas
que necesitaban.
El viajero gustosamente aceptó. Su hijo viajaba con él;
un joven muy apuesto.
Pocos días después de la llegada de los lejanos viajeros,
el joven salió a dar un paseo por los flamantes jardines del palacio. Era una
tarde fresca, el ocaso del sol pronto cubriría el cielo en romántica oscuridad.
La tercera de las hijas de los reyes, Zafia, acostumbraba
a pasear por los jardines del palacio todos los días. Siempre soñaba que la puesta del sol le revelaría el nombre del príncipe de sus sueños.
“Buenas tardes, señorita” Escuchó decir Zafia, era una
voz masculina que la hizo despertar del mundo de ensueño en el que ella se
sumergía cuando paseaba por su jardín a esa hora del día.
El bonito rostro de Zafia se mostró un poco sorprendido,
pero plácidamente agradado por esa inesperada compañía.
“Disculpe, no he querido molestarla. Yo estoy de huésped
en su palacio. Pienso que es usted una de las hijas de los Reyes. Me llamo
Josemi, he venido con mi padre, somos mercaderes de telas.”
Zafia sonrió con timidez, “Espero que usted y su señor
padre se sientan bienvenidos en nuestro hogar.”
Josemi se sintió embebido en la sutil belleza y cándida
aura de aquella joven. Por su parte Zafia miró al cielo, había una línea con
escasa luz que comenzaba a dibujarse para convertirse en la oscuridad de la
noche y vio escrito el nombre de Josemi. Su corazón se estremeció con un ímpetu
que nunca lo había hecho.
Zafia se sintió divinamente perturbada, “Disculpe gentil
caballero, tengo que volver a reunirme con mis hermanas.”
Josemi se sintió un poco desconcertado, “No he querido importunarla,
le presento mis disculpas.” “Oh, no. No me ha molestado, es que de verdad ya es
hora de que vuelva con mis hermanas.” Zafia bajó su mirada con mucha timidez,
giró sobre sus pies y sin mucha premura condujo sus pasos para volver al
palacio.
Esa noche, cuando Zafia estuvo en el refugio de su cama,
cerró los ojos y en su mente dibujó la imagen de aquel guapo joven. Tenía unos
bellísimos ojos celeste cielo, un cabello muy oscuro con un brillo de destellos
dorados que estaba peinado inmaculadamente, unos labios delgados, una nariz
perfilada y una tez blanca. Recordando su rostro durmió envuelta en una tibiez
que era más bien un calor exquisito que la hizo soñar con su príncipe.
Al otro día, Zafia volvió a su acostumbrado paseo por el
jardín. Esta vez ya no miraría al cielo para leer un nombre, ahora esperaba
ansiosa poder volverse a encontrar con aquel apuesto huésped. Así sucedió día
tras día, mientras la visita de aquel lejano viajero se prolongó.
Josemi y Zafia fueron presos de un amor muy sutil y
profundo. Ambos se habían enamorado por primera vez en sus jóvenes vidas.
Zafia no le contó a ninguna de sus hermanas esa bella
aventura que estaba viviendo; Josemi por su parte tampoco le contó nada a su
padre.
Transcurrieron varias semanas, la partida de Josemi era
inminente. Por estar sumergidos en las mieles de aquel amor encantado, ambos
habían olvidado que ese compartir de sus vidas y de sus sueños era transitorio.
“Zafia, nuestra estadía en los predios de tu palacio está
llegando a su fin. Mi padre me ha dicho que ya los Reyes han completado su
selección y que debemos retomar nuestro camino.” Los ojos de Josemi acusaban un
profundo sentimiento de angustia. “Yo no soy un príncipe, pero tengo mi trabajo
y mi pequeña fortuna. No te puedo ofrecer vivir en un palacio, pero mi casa es
amplia y muy bonita, con un jardín lleno de flores. Te juro que siempre tendrás
mi amor puro y sincero.” Zafia se abrazó a él, “¡Yo quiero irme contigo! Hablaré
con mis padres, ellos tendrán que entender que el amor está por sobre todas las
cosas.” Muy profundamente, los dos sabían de las fuertes negativas que se
levantarían a sus alrededores para crear una distancia física insalvable.
“¡Eres una niña descabellada! Tú eres una princesa.
¡Jamás aceptaremos que te cases con un mercader extranjero!” Gritó la Reina,
“No te preocupes mucho, mujer. Cuando el vendedor de telas se vaya, en poco
tiempo olvidará que lo hubo conocido.” Dijo el Rey a su esposa.
“Hijo mío, es muy difícil, pero en la vida cada uno ocupa
un peldaño, somos un eslabón en una cadena larga, Algunos seres estamos muy
lejos de los otros. Esa princesa está muy lejos de ti. Tienes que ser sensato y
decirle adiós para siempre.” Dijo por su parte el padre de Josemi.
Zafia y Josemi continuaron viviendo sus realidades; por
el resto de sus vidas fueron una dama de la Realeza y un mercader de telas. Zafia
se llegó a casar con un príncipe futuro heredero de un reinado. Josemi llegó a
construir un imperio de mercadeo de telas muy poderoso a nivel mundial; se casó
con una bella dama de su país.
En sus sueños más secretos y bonitos siguieron soñando el
uno con el otro. Cada tarde se siguieron encontrando a la hora del crepúsculo
en un jardín mágico, donde en la naciente oscuridad del cielo se escribía
“Josemi y Zafia se aman.”
Muy hermoso!! Una historia sensible, llena de amor que refleja lo que un gran sentimiento puede crear para hacer feliz a quien lo lee y se identifica.
ResponderBorrarMagda Rosa
Así es mi querida Masbellita, hay amores que marcan una huella indeleble en nuestras vidas. ¡Te quiero GRANDOTE hermanita de mi corazón!
ResponderBorrarHermosaaa!!!Hstoria!! aunque terminé llorando...pero así es la vida..muchos se sentirán identificdos..
ResponderBorrar¡Toda historia de amor que no termine en decepción es hermosa, y si uno se siente aludido, entonces el sentimiento es más profundo! ¡Gracias por seguir mis historias! Dios te bendiga.
ResponderBorrarBellísimo cuento, muy bien redactado. Otro más para niños de cualquier edad... je je.
ResponderBorrarEs el que más me ha interesado de todos cuantos he leído en este blog. Gracias por compartir por esta vía este buen escrito!
Aparte de llevar guardado “nuestro niño”, algunos somos eternos enamorados del “Amor”. Espero poder seguir captando tu interés en mis futuros cuentos y siempre contar con tus observaciones constructivas. ¡Que Dios te bendiga!
ResponderBorrarEs hermoso, romántico con un dejo de drama como la vida misma y es que casi todos hemos tenido un amor frustrado guardado en su corazón. Gracias sois maravillosa
ResponderBorrarQuerida Totica, es muy cierto que son pocos los primeros amores que se consolidan en una unión, y el ser negados es tal vez los que los hace imborrables en nuestros corazones; llegándose a convertir en un sutil alimento para el Alma. ¡Gracias por tu seguimiento y tus bellos calificativos!
ResponderBorrarLos pincipes y la princesas así solo existen en relatos como este. Los mercaderes sobran. También hay poleros,chicheros y muchos otros que terminan en eros. De caballeros sin armadura, quedamos poquitos.
ResponderBorrarGracias a ciertos cuentos nos transportamos a una vida llena de dulzura y de encanto; algunas personamos nos energizamos mentalmente al leerlas y revivimos etapas de nuestras vidas.
ResponderBorrarBueno ya esta historia es de abril pero en ese tiempo no estaba enterada de este blog, hay amores imposibles que no se dan por alcurnias, o por religión y otros motivos para que no se den, pero a pesar de que ellos tuvieron que hacer sus vidas por separado su amor fue duradero por la eternidad dentro de sus corazones hastavel fin de sus días. Es muy hermosa esta historia, pero conocí personas que duraron años de amores y lograron casarse y al poco tiempo de casados se separaron, aunque después fueron grandes amigos, pero no entiendo a donde se fue ese amor que se profesaron durante tantos años. Claro este no es el tema del cuento. Pero me identifico con la historia, es muy dulce y romántica como los cuentos de aras que a veces se dan de verdad
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