Manzanamor

Cuando tenía 11 años y estudiaba quinto grado, hubo en mi escuela un acto de celebración para homenajear a las Mamás. Me asignaron participar en uno de los números del reparto de dicha actividad. Era un drama corto formado por dos niñas y dos niños quienes representaban a unos papás y sus dos hijos pequeños. La frase con la que terminó aquella sencilla presentación me tocó decirla a mí, pues yo era la mamá. Nunca he olvidado esas palabras y hoy he escrito un cuento para revivirlas en mi memoria y aupar el significado tan hermoso que ellas envuelven.

 

Manzanamor

Cada tarde, Víctor esperaba a su papá sentado en la puerta de su casa. Cuando en la distancia lo veía regresar caminando, corría hacia él para ayudarlo a cargar su pequeño maletín con sus instrumentos de trabajo.

Era una familia humilde de cuatro personas, Papá, Mamá, su hermana Alicia y él.

Papá era barbero y todos los días salía a caminar por todo el pueblo llevando su pequeño maletín para ofrecer sus servicios. Algunas veces caminaba por los pueblos vecinos para poder ganarse su sustento diario. Siempre regresaba muy agotado.

Mamá era costurera; confeccionaba vestidos y remendaba ropa; además cumplía con sus labores del hogar.

Ellos cuatro formaban una familia feliz. Su casa era muy modesta y cada día bendecían el techo que les cobijaba y el pan que servían en su mesa.

Ese día, mientras Víctor esperaba el regreso de su papá, pasó por la calle empedrada donde estaba la casa de ellos un anciano montado en un burro, que tiraba de una carreta de madera llena de manzanas rojas.

Los ojos de Víctor brillaron de sólo pensar el gusto que sentiría de poder comer una de esas manzanas que parecían ser exquisitamente dulces y jugosas.

El anciano detuvo su carreta y le dijo: “Las manzanas de mi huerto son deliciosas. Anda, cómprame una, te daré un precio especial.” Víctor sonrió con timidez y no contestó nada. El vendedor de manzanas insistió: “Anda ve, pregúntales a tus papás cuánto dinero te pueden dar y te vendo la que tú escojas.”

Víctor entonces habló, “Muchas gracias, Señor. Sus manzanas se ven muy ricas, pero yo sé que mis papás no tienen dinero para comprarme una.” En sus palabras había un dejo de desencanto.

“Anda ve, pregúntales; puede ser que tengan algunas monedas guardadas debajo del colchón.” Insistió el anciano. Víctor bajó su mirada como sintiendo un poco de vergüenza.

El señor se bajó de su burro, se acercó al pequeño y le dijo, “Yo te quiero regalar una manzana. Escoge la que más te guste.” El niño lo miró con expresión de asombro e incredibilidad, “Gracias Señor, pero no tiene que regalarme nada.”

“Tienes razón, no tengo que regalarte nada. Yo quiero regalarte una manzana.” Se acercó a la carreta y tomó la manzana más grande y roja que alcanzó. Se la puso en su mano. No dijo nada más, sólo sonrió; cabalgó de nuevo su equino y le dio indicaciones para que retomara la marcha.

Víctor estaba tan maravillado con su gesto que ni siquiera alcanzó a darle las gracias. Miraba la manzana y sentía que su boca destilaba agua. No sabía si morderla de una vez o esperar a que su emoción bajara un poco. Se le vino a la mente la imagen de su papá, cansado y sediento, que pronto vería en la distancia. “Se la voy a regalar a mi papá.” En ese momento apareció a lo lejos la figura de aquel barbero.

Corrió hacia él para alcanzar su paso; sin decir palabras, pero con un rostro lleno de júbilo agarró su maletín, entonces le dijo: “Mira la manzana que te tengo de regalo. Me la acaba de regalar un anciano muy amable.” El padre agradecido le acarició su cabellera, luego tomó la manzana y le dijo, “Gracias, no debe haber sido nada fácil para ese anciano desprenderse de una fruta tan rica, como no lo es para ti. Ponla dentro del maletín y más tarde nos la comemos.”  

Al otro día, cuando muy temprano Papá se disponía a comenzar su labor de trabajo vio a Alicia que miraba por la ventana con sus ojos verdes perdidos en las montañas lejanas que bordeaban aquel pueblito apacible. Su mirada reflejaba un poco de nostalgia. Papá pensó que a lo mejor estaría pensando en aquella muñeca tan costosa y bonita que habían visto en las vidrieras del almacén del pueblo. Papá se acordó de la manzana que Víctor le había regalado; la sacó de su maletín, se acercó a su pequeña hija y le dijo: “Una manzana roja y jugosa para ti.” El rostro de Alicia se iluminó de felicidad, lo abrazó y lo besó.

Alicia, antes de irse a la escuela, guardó la manzana en la gaveta de su mesita de noche. Por la tarde, se sentó al lado de su mamá quien cosía incansablemente, “Ya estoy terminando este vestido. Esta tela es muy bonita. Con los retazos que me quedaron y con otros que me han quedado, te voy a hacer una falda muy linda.” Alicia sólo la observaba, se le veía muy agotada. Pensó que le gustaría tanto poder regalarle un vestido muy elegante confeccionado por una modista de alta costura. Se acordó de aquella manzana rojita y carnuda que le había regalado su papá. Sin decir nada corrió a su mesita de noche y sacó la manzana. Volvió al lado de su mamá y le dijo: “Yo quisiera poderte regalar un vestido muy precioso y elegante, pero ahora sólo te puedo regalar esta manzana." Alicia estaba muy emocionada. Aquella emoción envolvió madre e hija.

Esa noche luego de disfrutar la sencilla pero suculenta cena, Mamá dijo, “Ahora voy a traer un postre muy especial.” Se levantó y trajo de la cocina el plato de loza más hermoso de su vajilla. Estaba en él una manzana cortada en cuatro partes iguales, rebozada en miel y canela.

Víctor exclamó, “¡Esa es la manzana que me regaló ayer el ancianito gentil!”

Luego habló Papá regocijado, “¡Y tú me la regalaste a mí!”

Siguió Alicia, “Y tú, Papá, ¡Me la regalaste a mí!”

Terminó hablando Mamá con sus ojos bañados en lágrimas de una intensa y profunda emoción, “Y tú, mi pequeña Alicia, me la regalaste a mí. Es todo simplemente maravilloso y sencillo; es el símbolo del amor familiar que todo lo da y todo lo conserva.”

Aquella manzana fue ese día el complemento más dulce de la cena de aquella familia.



 

Comentarios

  1. Muy hermoso el mensaje de compartir y dar amor a nuestros seres queridos. Me hizo recordar el gran amor que mi abuela "Mamalicia" le entregó a toda su familia y siempre compartía la comida en iguales porciones para cada uno. Dios bendiga tu talento y tienes mucho de ese gran amor .
    Ingrita.

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    1. Prima lo mismo se me vino a la mente ... Viaje en el tiempo y me ví sentada en la mesa con mis primos tíos y abuelos ... Muy hermoso cuento conmovedor ... Tia cada uno de tus cuentos tienen un mensaje hermoso y educativo como ser humano .. te amo bendición 🙏😘❤️

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    2. ¡Es tan hermoso verse envuelta en una especie bola de nieve que va creciendo y abarcándonos a todos! No veo tu nombre, pero sé que eres uno/a de mis 39 sobrinos y te bendigo como a cada uno de ellos y me siento profundamente congratulada de que leas mis historias!

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  2. ¡Vos sois parte de ese amor, mi negrita de mi corazón! ¡Dios te bendiga cada día de tu hermosa vida!

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  3. Este mensaje me fue enviado por via WhatsApp por Emelina Petit, no pudo cargarlo al blog al leer el cuento:

    "Precioso cuento. Un gran ejemplo de amor y compartir familiar, exento de egoísmos y posesión.
    Desprendimiento total por 💘 amor."

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  4. Hermoso amiga que historia tan linda . Me encantan todas tus historias y a mis nietos. Te quierooooo un monton

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    1. Gracias, muchas gracias por ser mi amiga y mi lectora consecuente. Gracias por compartir mis historias con tus nietos. Como dice mi historia; “Es maravilloso y es sencillo, es el símbolo del amor que todo lo da y todo lo conserva.” ¡Un abrazo fuerte!

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  5. Hermosa historia que refleja el amor entre la familia, me gustó mucho

    Magda Rosa

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    1. El amor familiar ha de ser nuestro escudo de mayor fortaleza ante todas las vicisitudes de la vida; si nos seguimos cobijando en él, hemos de completar nuestras vidas con mucha dignidad. Gracias, mi hermanita de mi alma por ser parte de mi amor familiar. ¡Te quiero GRANDE!

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  6. Soy yuly, es hermoso la mayoría nos criaron así a compartir, pero la juventud de hoy casi no tienen esos sentimientos de la hermanda, de compartir

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    1. Tienes razón querida Yuly, en la evolución de nuestra sociedad se van perdiendo valores que edifican nuestra calidad de seres humanos. Ojalá que no lleguemos a perder por completo la esencia de nuestros ancestros. ¡Dios te bendiga!

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  7. Hermosísimo y entretenido cuento. El mensaje es gigantesco! No es más ni menos ue el mensaje del amor.
    Está estupendamente redactado.

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    1. Me da mucho gusto leer tu comentario; no sólo has disfrutado el cuento, también has captado un mensaje gigantesco. ¡Eso es un acierto GRANDE para mí! ¡Bendiciones!

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  8. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  9. Hermoso, Hemoso y Hermoso hay que continuar hablándo de lo importante que es compartir sobre todo en estos tiempos tan difíciles que a todos nos está tocando vivir.. como siempre me parce un cuento EXCELENTE! para compartir con los niños.

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  10. Cierto que compartir con espontaneidad es un símbolo de amor; es más hermoso dar que recibir. Gracias por esta conexión que hemos establecido en la distancia y a través de sentimientos compartidos. ¡Dios te bendiga!

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  11. En aquellos años miticos de la niñez Mamá Alicia siempre que venia de visita nos traía conservitas de maduro y a veces cocaitas envueltas en un pañuelito.

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    1. El sentido de “compartir” de nuestra Mamá Alicia fue uno de sus maravillosos dones. ¡Dios la guarde en su Santísimo Regazo!

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