¡Soó, Chivato!
Alicia tenía un patio lleno de muchas plantas; ella
cuidaba sus plantas con mucho amor. Alicia amaba sus plantas casi tanto como a
su numeroso grupo de hijos.
Un día mientras amasaba la harina para hacer las arepas
para la cena, vio por la ventana de su cocina un chivato muy grande y gordo que
osadamente se comía las plantas de su florido jardín.
El patio era muy largo y el atrevido chivato estaba casi al
final del patio; si ella gritaba para espantarlo, lo más seguro era que aquel
herbívoro no la escucharía y seguiría comiéndose plácidamente las hojas y las
flores que adornaban su muy bien cuidado edén.
Alicia tenía las manos embadurnadas de masa, así que optó
por llamar a su hija mayor, “¡Haydeé, ven acá!”
Aquella modesta casa en la que la familia vivía era muy
pequeña, la niña inmediatamente acudió al llamado de su madre.
“Allá en el patio, hay un chivato que se está comiendo
mis plantas. Sin acercarte mucho, grítale, ¡Soó, chivato! Para que se vaya.”
Haydee escuchó las indicaciones de su madre y corrió al patio.
Cuando Haydeé estuvo a una distancia del chivato que
consideró apropiada le gritó: “¡Soó, chivato!” El chivato pareció no haberla
escuchado porque siguió comiendo con toda tranquilidad. La niña una vez más
gritó, “¡Soó, chivato!” A su segundo grito, el chivato dejó de comer, levantó
su cabeza y la volteó para mirar a quien se atrevía a molestarlo; entonces
mirando a Haydeé con su ceño fruncido, con mucha severidad dijo: “Yo soy un
chivato de un gran chivatar. ¡A toda niña que me moleste, la siento a llorar!”
Ante la severidad de su mirada y de sus palabras, Haydeé sumisamente se sentó a
llorar.
Alicia veía todo sin poder escuchar nada, sólo vio que su
hija se había sentado de espaldas hacia ella como para mirar al chivato y que
el chivato se seguía comiendo sus plantas.
No lograba entender la actitud de Haydeé. Decidió
entonces llamar a su segunda hija, Mireya.
Cuando Mireya acudió a su llamado, le dio las mismas
indicaciones que le había dado a Haydeé. Mireya obedeció a su madre al pie de
la letra, tal cual lo había hecho Haydeé. El chivato reaccionó de la misma
manera y Mireya se sentó a llorar al lado de su hermana.
Alicia al ver que su segunda hija se había sentado
también cerca del chivato y que éste se seguía comiendo sus plantas, llamó a su
tercer hijo, Darío.
Por tercera vez, Alicia dio instrucciones para que el
chivato fuera espantado. “Yo soy un chivato de un gran chivatar. ¡A todo niño
que me moleste, lo siento a llorar!” Eran ahora, Haydeé, Mireya y Darío quienes
estaban en fila sentados llorando, mientras el chivato seguía degustándose las
hojas y las flores de las plantas de Alicia.
Alicia llamó a su cuarta hija, Zaida, luego a su quinta
hija, Emelina, y aquella situación no cambió; eran ahora cinco los niños que
habían acudido a espantar el chivato, pero el chivato seguía comiéndose las
plantas.
Exasperada ya de ver que sus niños parecían estar
embobados ante aquel chivato, Alicia decidió abandonar la amasada de las
arepas, lavarse las manos e ir ella misma a ver lo que estaba sucediendo.
Cuando se disponía a hacerlo se le acercó su hijo menor,
el pequeñito Audo, “¿Qué pasa mamá?” Alicia le explicó, “Es que hay un chivato
en el patio que se está comiendo mis plantas. He enviado a tus cinco hermanos a
que lo espanten, y simplemente se han sentado cerca del chivato a ver cómo
sigue comiendo. ¡Voy a ir yo misma a espantarlo!”
“¡Déjame que vaya yo!” Le suplicó el pequeñín a su madre.
Alicia no le parecía prudente pues Audo era muy pequeño. Pero fue tanta su
insistencia y determinación que Alicia le permitió ir a espantar al chivato,
pero lo siguió vigilante con su mirada desde la ventana.
Audo, antes de acercarse al chivato fue a un hormiguero de
feroces hormigas que en más de una oportunidad le habían picado. Agarró una hojita
seca del suelo y con ella atrapó varias hormigas. Luego cautelosamente se
acercó por la parte de atrás del chivato quien estaba muy ensimismado en el
masticar de su suculenta comida.
Con mucho cuidado le alzó el rabo y le acercó mucho la
hoja para que las hormigas hicieran su trabajo. Se sentó entonces al lado de
sus llorones hermanos para esperar el resultado de su acción. No había
transcurrido un minuto cuando el chivato comenzó a balar y a corcovear con
desesperación.
El chivato huyó despavorido y los cinco niños dejaron de
llorar para reírse a grandes carcajadas al lado del pequeñín Audo. Alicia desde
la ventana de su cocina celebró mucho que al final el chivato había sido
espantado.
Ese atrevido chivato no volvió nunca más a merodear por el
patio de Alicia.
El comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Ángel Luis Viloria:
ResponderBorrar“Está bueno el truco de las hormigas bravas.”
El comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Zaida Petit:
ResponderBorrar“Recuerdo que Papabrán nos lo contaba y nosotros se lo hacíamos repetir porque nos daba mucha risa.”
Ese cuento me trae recuerdos de mi infancia, yo no se lo escuché a papabrán Pero si a ustedes mis hermanos mayores y me gustaba mucho escucharlo. Buenos recuerdos familiares.
ResponderBorrarTodos estos bonitos recuerdos nos mantendrán unidos en el tiempo y en la distancia y por siempre fortalecerán nuestra hermandad. ¡Dios te bendiga!
BorrarQué manso ese pequeñín travieso que solventó la situación.
ResponderBorrar“Genio y Figura”, no podía haber un mejor candidato para representar ese papel en el cuento. Dios te bendiga mi querido Juan Carlos.
BorrarSoy Rubén Petit.
ResponderBorrarSiendo el menor de la dinastía Petit Villalobos, no tuve oportunidad de escuchar de nuestro abuelo materno ese y otros tantos cuentos, tampoco recuerdo la mencionada historia de voca de mis hermanos, lo que sí puedo decir es que muchas veces escuche la expresión "sobre chivato" pero nunca tuve la curiosidad de donde venia tal expresión.
En cuanto a mi Hermano Audo, creo que no pudieron adaptar mejor a este cuento lo que es su forma de actuar jajajaja,
Mi querido hermanito chiquito, me da mucho gusto que hayas leído el cuento del chivato para que aparte de conocer el origen de la expresión ¡Soó Chivato! Ahora le puedas contar el cuento a otros niños para que le sigamos rindiendo tributo a nuestro amado Papabrán y a nuestro Tío Isaac. Como comentas, la reconstrucción y adaptación del cuento ha servido también para rendirle tributo a nuestro hermano Audo, quien, con el transcurso de los años, nunca ha perdido esa chispa que lo sigue haciendo un ser excepcional. ¡Te quiero GRANDOTE!
Borrar¡Ese dibujo del chivo está estupendo también! :-) 👍️.
ResponderBorrar¡Gracias!
BorrarConcuerdo con Juan Carlos ese dibujo quedó fenomenal!
BorrarGracias, mi negrita!
BorrarMe encantó esa adaptación del cuento y los nombres de los personajes, yo si tengo un recuerdo de la frase ¡soó chivato! Ya que mi abuela Alicia en algún momento cuando yo era niña me contó ese cuento pero esa fue la frase que más recuerdo. Gracias madrina poner escribirlo para disfrutarlo de nuevo .
ResponderBorrarCon respecto a ese pequeñín travieso es mi tío Audo quien mantiene esa chispa traviesa en su espíritu.
Mi negrita de mi corazón, esa frase de ¡Soó Chivato! A muchos nos retumbó en los oídos y nos ha hecho recordar cuando nos fue contado ese cuento de raíces netamente Villalobos, siempre habrá alguna anécdota o cuento que sirva para denotar la chispa de nuestro querido Audo Eno Petit Villalobos. ¡Dios te bendiga mi niña hermosa!
BorrarPara mí fue interesante ir a la página de la Real Academia Española (http://Rae.es/) y hacer la consulta en su diccionario tan accesible, para refrescar conocimientos, para la expresión "so":
ResponderBorrar1. adv. U. para potenciar el significado del adjetivo o del sustantivo al que antecede, generalmente con sentido despectivo.
También aparecen otros significados, que pueden leerlos allí. ¡Pero es obvio que nuestro bisabuelo hablaba muy buen castellano!
¡Saludos!
Lamentablemente no pude escuchar ese cuento, pero mama Sara se decía esa frase, o totica hubiese podido agregar algo, porque ella si se sabias todos los cuentos y chistes de su abuelo y sus tíos. Es muy hermoso el cuento, pero me da risa que los mayores fueron y no pudieron hacer nada y el mas pequeño Audito si, el siempre fue muy avispado. Besos tia
ResponderBorrarLos cuentos de Papabrán fueron siempre muy picosos; él acomodaba sus cuentos con los nombres y con la chispa de sus nietos. Como siempre Audo le ponía el cascabel al gato. ¡Un abrazo fuerte, que Dios te bendiga!
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