El Carro de San Nicolás

Sara y Alicia eran dos hermanas muy unidas. Las familias de ambas compartían mucho tiempo juntas, especialmente los días de festividad navideña. Ese 24 de diciembre de 1956 no fue la excepción; para aquel entonces eran 6 los hijos de Sara y 9 los de Alicia; sus edades iban desde los 17 hasta 1 año.

Ese año habían planeado salir a pasear a sus hijos por toda la ciudad, querían que los niños disfrutaran del ambiente decembrino, que vieran las fachadas de las casas adornadas con luces navideñas engalanando más la espera de la llegada del Niño Jesús. De regreso a casa después de este paseo cenarían la modesta cena navideña, de hallacas, ensalada y pan de jamón y tomarían un sorbito de vino La Sagrada Familia antes de irse a dormir en sus respectivas hamacas debajo de las cuales el Niño Jesús les dejaría un juguete.

Sumando los números, eran 17 personas las que necesitaban transporte para hacer el tour por los alrededores de la ciudad; como mínimo necesitarían tres carros para acomodar cómodamente todos aquellos pasajeros. Ninguna de las dos madres contaba con un carro propio. Ellas no concebían la idea de hacer el paseo a menos que fuese acomodando a sus hijos en un mismo vehículo; esa era la forma que tanto ellas como los niños lo disfrutarían.  

Cerca de las cinco de la tarde se prepararon las dos familias para el paseo. Sara y Alicia tenían cada una sólo 5 bolívares para pagar el transporte; esperaban poder pagar un carrito por puesto, que les trabajara por un mínimo de dos horas en las que pudieran recorrer un buen trecho de la ciudad.

Los niños todos vestidos con sus ropitas nuevas, como era lo tradicional en un 24 de diciembre, estaban rebozados de alegría; el grupo de 17 personas se pararon en la acera para esperar que pasara un carro sin pasajeros, lo mandarían a detenerse y las dos adultas le propondrían la travesía de dos horas con aquel nutrido grupo y por el cual sólo podrían pagar 10 bolívares, una propuesta casi inaceptable.

Tres carros pararon y ninguno aceptó aquella propuesta que les pareció irrisoria. Uno de los niños de Alicia, Audo quien tenía 7 años, ya tenía mucha desazón porque le parecía que nunca iba a parar un chofer que los llevara a pasear. Le oyó decir a uno de los primos más grandes, “Tendrá que venir San Nicolás vestido de chofer en su trineo transformado en carro para que nos lleve.” El niño cerró los ojos y se imaginó a San Nicolás con su trineo tirado por renos, se vio con su mamá y su Tía Sara, con sus hermanos y sus primos sentados en aquel trineo paseando por toda la ciudad, respirando el aire fresco del mes de diciembre; ya no sintió más desazón, porque San Nicolás pronto llegaría a recogerlos.

Al cabo de un par de minutos pasó un carro sin pasajeros y lo mandaron a parar; Audo corrió y llegó primero que todo el mundo al lado del chofer; “¡Al fin llegaste San Nicolás! Hace mucho rato que te estábamos esperando.” El señor sonrió y no le dijo nada al pequeño. Sara y Alicia le propusieron el viaje al chofer quien de muy buena gana aceptó sin objetar el poco dinero que percibiría por un paseo de dos horas, ni el numerosísimo grupo de pasajeros que viajarían extremadamente apretujados, prácticamente uno encima del otro.

Las dos mamás se las ingeniaron para acomodar en los dos asientos del carro a aquella tropa de 17 personas. Aquel carro con un chofer muy valiente y audaz los transportó por cuanto lugar le fue indicado. Los niños se sentían como sardinas en lata, pero era tanto el gozo que lo menos que sentían era incomodidad.

Al cabo de dos horas de travesía volvieron a la casa de Sara para terminar de celebrar ese 24 de diciembre. Cuando todos se bajaron del carro y Sara le quiso pagar al chofer los honorarios por su trabajo, el señor le dijo, “No me deben nada, San Nicolás no cobra cuando pasea a los niños.” Sara se quedó sin palabras. Sara y Alicia no lo podían creer.

Después que todos cenaron y los niños se dispusieron a irse a dormir, el pequeño Audo le dijo a su mamá, “¡Ojalá que San Nicolás vuelva a venir a buscarnos el próximo 24 de diciembre para que nos lleve a pasear otra vez!” Alicia sonrió y le dio un beso a su pequeño, “Si no vuelve será porque estará ocupado llevando a pasear a otro grupo de niños. Ahora duérmete porque ya pronto viene el Niño Jesús.”

 

 

 

 

 


 

Comentarios

  1. El siguiente comentario fue enviado por Zaida Petit vía WhatsApp:

    “La verdad que Santa acudió al llamado de ese niño, muy bonito. Fue una navidad muy especial de felicidad para todos esos niños.”

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  2. Una narra ión muy bonita, no conocía esa historia

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    1. Yo también estoy conociendo historias nuevas con esas anécdotas que me cuentan nuestros hermanos. ¡Un abrazo fuerte!

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  3. Estas narraciones basadas en la vida real son la mar de bonitas y absorbentes. Es un gusto leerlas. ¡Muchas felicitaciones!

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    1. ¡Gracias por tus palabras!. Espero poder escribir muchas más. Dios te bendiga.

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  4. Me encanto saber un poco mas de la familia, y que esas palabras de Audito le llego al corazón del chofer, que después de haberles paseado por todas partes durante 2 horas, y que cuando llegaran a la casa no hacepto el dinero de paga, porque San Nicolás no cobraba. El espíritus de Dios hizo ese milagro. Yo recuerdo esa unión familiar de que este año venían a visitar todos a una hermana, y al año siguiente le tocaba a la otra. En ese tiempo tu papa Eudoeno tenia una camioneta ranchera y venían todos en Sierra Maestra y pasabamos un día maravilloso, también venían de Tia Esther, Tia Iría, Tío Alfonzo Y tío Hizat cada uno con su familia, y el año siguiente Papaito Atilio Melean el tenia un carro grande y nos lleva a visitar a cada Hermano de Mama Sara. Esos días eran maravillosos. Hermosos recuerdos, y gracias a Dios seguimos en contacto aunque en la distancia pero con mucho amor. Te quiero mi maestra este y que sigas escribiendo por muchos años mas

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  5. El dibujo es muy creativo por Audito en esos tiempo todo era maravilloso, la inocencia de los niños era esplendida y no teníamos cocimientos de todos las cosas que hacían nuestro padres para darnos las cosas con tanto sacrificio. Y los jóvenes de hoy en día que si saben de lis sacrificios que hacemos los padres, claro no todos. No valoran esas cosas

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  6. Cada memoria es un revivir del amor familiar que siempre nos mantuvo unidos; esos lazos serán eternos. Fue tan bonito crecer compartiendo las navidades, los carnavales, cumpleaños, bodas y hasta los momentos tristes; fue vivir para aprender lo que es la solidaridad en familia. ¡Gracias Yuly, que Dios te bendiga!

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