Una Flauta para Nicolás

Érase una vez un niño llamado Nicolás. Nicolás vivía con su abuelita en un pueblo pequeño; hacía muy poco tiempo que su abuelito había fallecido. El abuelito de Nicolás tenía una flauta y todas las noches la tocaba; Nicolás se sentaba en el piso muy cerca de su abuelito y se sentía transportado a un mundo de ensueño mientras escuchaba la melodía que su abuelito tocaba.

Un día cuando su abuelito cayó muy enfermo lo llamó a su lecho y le regaló su flauta, “Ya pronto voy a quedarme dormido para siempre, pero siempre tendrás mi cariño. La música de esta flauta te ayudará a no sentirte solo, porque te acercará a amigos muy fieles.” Nicolás le dijo con lágrimas en los ojos, “Yo no quiero que te quedes dormido para siempre, yo quiero que seas tú el que toque la flauta. Yo no sé tocarla.” El abuelito sonrió, le limpió sus lágrimas y le dijo, “Claro que sabes tocarla, ya verás lo bien que la tocas.” Pocos días después, el abuelito de Nicolás cerró sus ojos para sumergirse en un apacible profundo sueño del que no despertaría.

Nicolás sentía que había perdido su mejor amigo, su compañía más valiosa. Pasaron muchos días y su tristeza no menguaba. El día en el que su abuelito le regaló la flauta, Nicolás la guardó y no la había sostenido otra vez en sus manos.

Cierto día fue a su cuarto y tomó la flauta, cerró sus ojos y escuchó la sutil música que su abuelito solía tocar. Le pareció que su abuelito no se había marchado y que estaba a su lado tocando la flauta. Salió de su cuarto y se sentó en los escalones de la puerta de entrada a su humilde casa. Cerró sus ojos y comenzó a tocar su flauta. Se sintió invadido de una paz infinita, sentía que su abuelito lo escuchaba plácidamente en su sublime descanso.

Mientras Nicolás tocaba su flauta, acontecía en las calles de aquel pueblo una persecución. Una rata buscaba comida en un contenedor de basura cuando fue vista por un gato muy hambriento y este inmediatamente se lanzó en su acecho; la rata corrió despavorida para huir del felino. Cuando la rata corría siendo perseguida por el gato, un perro avistó al gato e inmediatamente, siguiendo su instinto depredador corrió tras él. 

En su correr, la rata pasó por el portal donde Nicolás estaba sentado tocando su flauta; el encanto de aquella música la cautivó tanto que se olvidó que un gato la estaba persiguiendo, que su vida corría un peligro inminente. Se detuvo parada sobre sus patas traseras para poder embeberse de aquella melodía. El gato al ver que la rata se había quedado parada pensó que ya se había cansado, que había ganado la batalla y que ya aquel sabroso bocado deleitaría su estómago en cuestión de pocos segundos. Al llegar a una distancia en la que podía saltar sobre la rata y atraparla, sus orejas fueron envueltas por la música de la flauta y su correr fue prácticamente paralizado. El gato se quedó embobado y se sentó al lado de la rata para escuchar la divinidad de aquel sonido. Por su parte, el perro cayó preso del mismo encanto y al llegar corriendo se sentó plácidamente al lado del gato.

Nicolás tocaba la flauta con sus ojos cerrados con una inspiración muy profunda y no se percataba del público tan singular que se había aparcado frente a él. 

Cuando la melodía cesó y Nicolás abrió sus ojos, su mirada nostálgica quedó perdida en el cielo. Los tres animales se retiraron caminando mansamente, “¡Qué música tan bonita!” Dijo la rata. “Les juro, que mientras la escuché no dejé de ronronear.” Dijo el gato a punto de maullar con mucha emoción. “Yo tuve la piel de gallina todo el tiempo.” Dijo el perro.

Por muchas tardes más, Nicolás se sentó en los escalones de la entrada de su casa a tocar su flauta; la rata, el gato y el perro se sentaban frente a él a escuchar su música en el más absoluto silencio.

Un día Nicolás buscó su flauta y no la encontró, “Abuelita, ¿Has visto mi flauta? Siempre la guardo debajo de mi cama, pero no está allí. La he buscado por toda la casa y no la encuentro.” Le dijo con mucha pena a su abuela. “Yo la tiré a la basura. Los vecinos se han quejado de que les molesta ese ruido. Me han amenazado con recoger firmas para que nos echen del pueblo. Nosotros no tenemos a dónde ir a vivir.”

Nicolás sintió un dolor en su pecho que casi le impedía respirar, “¡Esa era la flauta de tu esposo, de mi abuelito! No puedo creer que la hayas tirado a la basura.” Sus palabras se ahogaron en un llanto. “Siempre me fastidió mucho escucharlo cuando la tocaba, nuestros vecinos también se fastidiaban, pero nunca se quejaron por consideración a él. Pero contigo no van a tener la misma tolerancia. No habrá más flauta en esta casa.” La abuela le dio la espalda y lo dejó en un mar de lágrimas.

Desde ese día, Nicolás sintió que sucumbía en una soledad inmensamente grande. Comía muy poco, pasaba todo el día solo en su cuarto. El perro, el gato y la rata cada día venían a la puerta de la casa de Nicolás, pero ya no lo vieron nunca más sentado tocando su flauta. Los tres estaban muy preocupados, “Debe haberse enfermado.” Estuvieron de acuerdo.

En efecto, Nicolás se había debilitado mucho tanto anímica como físicamente y ya no se levantaba de su cama. Su abuela llamó un doctor para que lo examinara y este le dijo que el niño estaba sumido en una tristeza muy profunda, que tenía que conseguir las maneras de animarlo.

“Perdóname, Nicolás. Yo sé que te sientes muy triste porque boté la flauta en la basura, pero yo trataré de comprarte otra. Tienes que alimentarte para que puedas levantarte de la cama.” Aquellas palabras fueron escuchadas por el perro, el gato y la rata que se habían acercado hasta la ventana del cuarto de Nicolás.

Sin decir nada, los tres corrieron hasta el basurero del pueblo y comenzaron a escarbar rápidamente para buscar la flauta de Nicolás. “¡Aquí está!” Gritó la rata. Muy entusiasmados, el perro y el gato corrieron a su encuentro, pero se quedaron consternados al ver que con la humedad del lugar estaba muy podrida y mal oliente.

“Esta flauta ya no sirve” Dijo el gato con mucho dolor, “Tiene que haber algo que podamos hacer para devolverle la flauta a Nicolás” Dijo el perro, sintiendo su corazón compungido de tristeza y preocupación.

“¡Vengan conmigo! En el bosque hay un búho muy sabio que estoy seguro nos ayudará a conseguir una flauta igual a esta.” Dijo la rata con mucha emoción.

Ella corrió y sus dos amigos la siguieron. Llevaron con ellos el maltratado instrumento.

Al llegar al encuentro del búho le explicaron la gravedad del caso y le mostraron la flauta.

El búho bajó de su árbol y parándose al lado de ellos examinó la flauta, “Cierto que está muy deteriorada. Déjenla conmigo, tendré que buscar ayuda. Le pediré al castor que consiga un buen trozo de bambú, que tenga más o menos este tamaño y diámetro, que la talle lo mejor que pueda para darle la forma de esta flauta. Le pediré al pájaro carpintero que le haga ocho huecos tal cual tiene esta flauta. Le pediré a un mono capuchino que la limpie bien por dentro con una varillita tal cual lo hace cuando saca comida de los tallos, y al lobo que la sople bien para asegurarnos que no le haya quedado nada por dentro.”

“¿Por qué al lobo?” Preguntó la rata muy curiosa. El búho soltó una carcajada, “Es que en este bosque hay un lobo que está obsesionado con el cuento de El Lobo y Los Tres Cochinitos y vive soplando todo lo que encuentra.” Entonces intervino el gato, “¿Por qué un tallo de bambú? Yo pienso que es más fácil conseguir un tallo de otro tipo de árbol.” El búho le explicó: “Este instrumento es hueco y el bambú tiene sus tallos huecos.”

“Confiamos en su buen juicio maestro, estaremos pendientes de sus noticias, pero por favor, trate de no demorarse mucho, nuestro amiguito está muy débil.” Le dijo el perro.

Al cabo de dos días, el búho los llamó y les entregó una flauta muy bonita, “Llévenle esta flauta a ese niño y ya verán lo feliz que se sentirá”. El perro, el gato y la rata corrieron felices a la casa de Nicolás. Treparon por la ventana de su cuarto y le pusieron la flauta en sus manos. Nicolás con mucha emoción la acarició y comenzó a tocarla. Aquella música invadió la habitación llenando de vitalidad a Nicolás y de mucha euforia a sus tres amigos secretos.

La abuela de Nicolás vino rápido al escuchar el sonido de la flauta, “¿Qué está pasando aquí?” Nicolás con aquella energía que acababa de recuperar le contestó, “Mi abuelito me dijo que al tocar la flauta encontraría amigos muy fieles; estos tres animalitos me han traído esta flauta. Yo siempre los veía cuando se sentaban a escucharme tocar la flauta; yo no les decía nada porque no quería asustarlos. Este gesto de traerme una flauta es señal de que son mis amigos fieles como me dijo mi abuelo.” La abuela se quedó callada pues estaba muy conmovida.

“Tenemos hambre abuela, ¿Puedes traernos comida a los cuatro?” Le preguntó Nicolás. La abuela corrió a la cocina y lo complació.

Aquella flauta hecha de bambú no era tan bonita y excelentemente fabricada como la flauta que su abuelito le había regalado, pero emitía un sonido perfecto. Nicolás la tocaba siempre con el recuerdo del cariño de su abuelito y siempre tuvo esa audiencia tan especial de sus tres mascotas amigos: un perro, un gato y una rata; de allí en adelante contó con la aprobación de su abuelita. Los vecinos no se quejaron más porque el sonido de aquella flauta sólo alcanzaba a ser oído por seres con un corazón fiel.



 

Comentarios

  1. Bonita y tierna historia, creativa como siempre

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  2. El comentario siguiente fue enviado vía WhtasApp por Emelina Petit:

    “Bella historia, muy sentimental. Me gusta mucho la fidelidad que despertó la música de la flauta en los tres animalitos que eran enemigos y los volvió fieles amigos entre ellos y del niño.”

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  3. El comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Zaida Petit:

    “¡Qué preciosidad de cuento! Muy hermoso, me gustó mucho. Tu imaginación vale oro.”

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  4. Como siempre tu haces que me transporte en los cuentos como si yo estuviera al lado de los personajes viendo todos sus ocurrencias que hacen y la musica me imagino a la clásica instrumental de Richar Cleiderman, creo que se escribe así jejejeje, que emboba a las personas escuchando esa melodía. Bueno a los que les gustan ese tipo de musica jejejeje, unió a eso 3 animalitos que por instinto no se pueden ver porque se atacan unos a otros el que corre peligro es el pobre ratón. Y su abuela le voto la flauta que le regalo su abuelo, esto deprimió a Nicolas que no quería vivir, y los animales en grupo ayudaron a conseguir una nueva flauta por medio de otro animales experto que frabicaron una parecida que no molestara a nadie y que solo fuera escuchada por los amigos leales de Corazón al niño. Su moraleja es que trabajar en equipo consiguen solucionar los problemas sin perjudicar a nadie. Ejemplo a cada quien le gusta diferentes melodías de musica, a la mayoría le encanta escucharla a todo volumen en su casa, pero pueden acondicionar un cuarto con paredes de corcho y el ruido no sale y no molesta a nadie o usar auriculares para escucharla solo. Me encanto tu cuento es muy tierno y de verdad tienes una imaginación privilegiada, que Dios te permita seguir contando tus historias y nosotros leercelas a nuestro nietos e hijos y así pase de generación en generación. te quiero mucho mi maestra Este.

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  5. Mi querida alumna, siempre con tus palabras de elogio. Escudriñas mis cuentos exhaustivamente y eso me encanta. ¡Serías mi asistente y editora perfecta! ¡Un abrazo grandotote y muchas bendiciones!

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