
Banco de Bellotas Érase una vez un tupido bosque donde abundaban los robles y con ellos sus numerosísimas bellotas. Entre las criaturas que vivían en sus alrededores las ardillas eran muy numerosas. No hay una ardilla que no se deleite en grande con las deliciosas bellotas de los robles. Esta comunidad de ardillas corría graciosamente alimentándose con la abundancia de bellotas; ellas almacenaban la mayor cantidad de ellas que podían para sobrevivir cada largo y extremadamente frío invierno. Entre todas estas ardillas había una, Piya, que se consideraba muy astuta. Cada día mientras las bellotas maduras caían incesantemente sobre el suelo, ella comía todo lo que podía. A su vez, llevaba cuanta bellota podía a su reservorio para tener suficiente comida durante el invierno. Un día, Piya descubrió una cueva muy grande al pie del roble más alto del bosque. Se sintió maravillada ante la inmensidad de aquella cueva que tenía una humedad y una temperatura ideal para almacenar cientos