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Mostrando las entradas de agosto, 2021
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  Intoxicación Misteriosa Año 1953, aquella casa de la Urbanización Urdaneta era bonita, los niños la veían como un palacio; aunque era una casa pequeña, era la casa más grande y hermosa en la que hasta ese entonces habían vivido. Tenía cuatro ventanas de romanilla, dos en la sala y una en cada uno de sus dos cuartos; todas las ventanas daban al frente. La casa estaba en una vereda, justo al frente había un pequeño parque con toboganes y columpios. Audoeno y Alicia tenían siete hijos, siendo la menor Mirla quien había nacido a principios de ese año.                                                 Audoeno, José Darío y Zaida                            José Darío                                               Fotos tomadas en la casa de la Urbanización Urdaneta Don Abrahán hacía poco que se había mudado con ellos a raíz del fallecimiento de su amada esposa Doña Elena. Don Abrahán siempre consentía a sus nietos comprándoles un pote de “Toddy”, de sólo ver la lata de aquella riquísi
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    Juana de Ávila Escuché muchas veces a mis hermanos mayores decir ese nombre para referirse a la escuela en la que cursaron su educación primaria. También llegué a escuchar hablar de un sector de mi ciudad, Maracaibo, bajo este mismo nombre. He navegado en internet para documentarme con la historia y poder decir el nombre “Juana de Ávila” y sentir que sé a quién me refiero como persona. No he encontrado datos de algún personaje maracucho que llevara este nombre, pero sí sobre la existencia de un hato y de una batalla. El 24 de abril de 1822, durante la guerra de Independencia de Venezuela, tomó lugar un enfrentamiento militar entre las fuerzas realistas del capitán Juan Ballesteros y las patriotas del coronel José Rafael de Las Heras, acabando con la victoria de estas últimas. A esta batalla se le conoce como “Batalla Juana de Ávila”. Existe un libro, autor Atenógenes Olivares hijo,   que documenta sobre esta batalla, Imagen por cortesía de Juan C. Viloria P .            
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    Mohed, Abdulá y Mustafá Un pueblo llamado Wadi Rum en Jordania, una tribu llamada Zalabia y un hombre llamado Mohed. Mohed era uno de los muchos beduinos que pertenecía a esta tribu; su estilo de vida nómada lo llevaba a desplazarse por diferentes regiones del desierto para realizar sus labores de pastoreo y de caza. Como todo beduino, se alimentaba de pan, de productos lácteos y de los frutos que crecían en las plantas de los oasis que existían en la zona desértica en la que se desplazaba para vivir. Desde que era un niño había escuchado hablar a sus ancestros de un oasis muy hermoso que era irrigado por un maravilloso manantial de un agua pura y cristalina, y bajo cuyo subsuelo corrían enormes fuentes de agua subterránea. Este oasis era un lugar verdaderamente paradisíaco con innumerables palmeras datileras, olivares, algodonales, trigales y maizales; lo llamaban El Jardín de Mahoma. Decían que sólo Mahoma lo había visitado y por eso llevaba su nombre, que quedaba en un lugar mu
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  Las Cuevas del Humo Escribir cuentos y anécdotas es una de mis pasiones, otras de mis pasiones es que me los cuenten. Hoy en día cuando ya no tengo a mis padres a mi lado, siento mucha nostalgia de no haberle hecho tantas preguntas que hoy me asaltan. Mi madrecita siempre nos contó los recuerdos de su niñez y de su juventud, a mis oídos siempre fueron como cuentos de hada. Sin haber sido una persona estudiada, sus relatos tenían mucha poesía y magia; nos envolvía en ellos de tal manera que sus palabras dibujaban esos paisajes del Maracaibo en los que creció. De los tantos nombres que recuerdo hay uno que resuena particularmente en mi mente, “Las Cuevas del Humo”; yo veía ese lugar en mi mente como un lugar lleno de magia, de verdad que me lo imaginaba bajo un cielo lleno de humo, pero no era un humo que le dificultara la respiración a nadie; era un humo mágico que hacía su ambiente fresco, con una neblina ligera y perfumada. En mi vida en mi ciudad natal Maracaibo no llegué
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Un Ratón Albino “Taly Pollo” era un punto de venta. Su nombre revelaba su exclusivo producto de venta pues en él se vendía solo carne de pollo. Taly Pollo estaba ubicado en una barriada de Maracaibo que se conocía como “El Marite”; era un negocio pequeño que tenía un solo trabajador, mi hermano Jorge Enrique. La historia que relato a continuación la he basado en una anécdota que mi hermano me contó, siempre me pareció muy ocurrente tanto por su naturaleza como porque refleja mucho el carisma de quien fue el tercero de mis hermanos.   Un Ratón Albino Jorge hacía todas las tareas que demandaba aquel lugar de venta de pollos, desde el mismo momento que los camiones frigoríficos traían los cargamentos de pollos congelados a Taly Pollo, hasta que eran vendidos al público. Sus labores incluían desde la organización de la cava refrigeradora y su mantenimiento, hasta el mantenimiento del lugar en sí. Jorge tenía que llegar a su trabajo por lo menos una hora antes de abrir las puertas del local