Tres Canarios
Esta es la historia de tres canarios amigos: Juan, José y
Pedro. Un día se encontraron en el bosque y desde ese momento sellaron una muy
bonita amistad y se hicieron inseparables. Los tres tenían un hermoso plumaje
amarillo intenso; Juan había nacido con una sola patita.
Los tres canarios tenían un canto muy hermoso, pero el
canto de Juan era extremadamente exquisito, parecía que su trinar era una
compensación por la patita que la Naturaleza le había negado. Un día cuando
volaban en el bosque, Pedro y José cayeron prisioneros en una trampa y fueron
llevados a una ciudad en la que fueron puestos a la venta en una tienda de
mascotas. Juan, quien por Justicia Divina no había caído en la trampa tuvo que
seguir viviendo sin sus amigos. Nunca más los vio y no sabía la suerte que
habían corrido.
Pedro y José fueron vendidos un día a un buen hombre,
Atilio, quien quería hacerle un regalo muy especial a su amada esposa Sara para
el día de su cumpleaños en el venidero 16 de julio.
Atilio y Sara eran una pareja que tenían cinco niños;
ellos formaban una familia muy armoniosa. A todos les encantaban los animales,
especialmente los pájaros. En el hermoso patio de su casa tenían toda clase de
animales y por supuesto tenían una jaula inmensa en la que tenían una amplia
variedad de pájaros; entre esta gran variedad no había canarios.
Atilio compró una jaula muy bella para el par de
canarios, él la veía como un castillo dorado; no escatimó el alto precio que le
pidieron pues quería que la esplendidez de ese par de aves fuese engalanada por
la jaula y que su dulce esposa se sintiera especialmente homenajeada en su día.
Sara se sintió encantada con el regalo de Atilio y colocó
la espléndida jaula que contenía el par de canarios en la enramada de su patio,
donde ella se acostaba a descansar su siesta en el cómodo regazo de una hamaca.
Los niños estaban fascinados con el par de canarios.
El amor de aquella familia cobijó a Pedro y José de una
manera tan sutil que no extrañaron más la libertad de vivir en el bosque, sólo extrañaban
a Juan y a ambos les preocupaba su limitación física, “Pobre Juan, debe
sentirse muy solo lejos de nosotros. Siempre buscábamos comida juntos. A
nosotros no nos falta nada. Vivimos muy cómodos, mientras que el pobre Juan
debe tener miedo y puede pasar hambre.” Lamentaba José. “Tenemos que trinar muy
fuerte para que Juan nos oiga y venga hacia nosotros,” Decía Pedro.
Los días pasaban apaciblemente, ni Pedro ni José se
olvidaban de Juan. “La solución es que uno de nosotros lo vaya a buscar.” Dijo Pedro
concienzudamente. “Mejor vamos los dos, así lo encontraremos más rápido.” Opinó
José. “No podemos hacer eso. Si dejamos la jaula sola, comprarán otros pájaros
y cuando volvamos ya no tendremos un hogar. Tiene que ir uno sólo, para que uno
se quede cuidando la jaula y para que nuestros amos no se sientan demasiado
tristes.” Explicó Pedro con mucha madurez.
Ambos canarios trinaban todo el día con toda la fuerza de
sus gargantas, esperanzados de que Juan los escuchara y viniera hacia ellos.
“Tenemos que aprovechar la oportunidad de escapar de la
jaula en algún momento en que abran la puerta para traernos comida.” Dijo
Pedro. “Yo soy un poco más rápido que tú; en la primera oportunidad que haya,
me escaparé y te prometo que volveré con Juan lo más pronto que pueda.” Adujo
José.
Un día, cuando uno de los niños abrió la puerta de la
jaula para ponerles su ración de comida, José logró escabullirse y escapó.
El niño muy alarmado fue a decírselo a Sara y ella se
sintió muy triste. Dentro de su tristeza le preocupaba más cómo se sentiría
Atilio al enterarse.
Cuando Atilio volvió a casa después de su jornada diaria
de trabajo y se enteró que uno de los canarios se había escapado, fue preso de
un ataque de histeria, “¡No puedo creer que hayan sido tan descuidados! Mejor
hubiese sido que se escaparan los dos canarios.” En su desesperación corrió
hasta la jaula, la agarró con sus manos fuertes y la tiró contra el piso.
Pedro no entendía lo que estaba sucediendo y sintió cómo
su pequeño cuerpo era sacudido y maltratado, cómo se volteaba su plato de
alpiste y cómo se derramaba su envase de agua.
Una vez que la jaula estaba en el suelo, Atilio cegado
totalmente por su estado de desesperación comenzó a darle patadas a la jaula.
“¡Por Dios, Atilio, tienes que calmarte!” Le imploraba Sara. Los niños lloraban
muy asustados, pero más asustado estaba Pedro quien iba a sucumbir víctima de
la desazón de Atilio.
De pronto Atilio sintió un trinar de canarios muy cerca
de él y miró a su alrededor para ver de dónde venía ese trinar; volaban a su
alrededor dos hermosos canarios amarillos.
Pedro sintió que su pecho estallaba de emoción al
reconocer a sus dos inseparables amigos José y Juan.
Atilio emocionado gritó, “¡Rápido, busquen una sábana
para atraparlos!”
Uno de los niños le dijo, “Papá, yo creo que no es
necesario atraparlos. Uno de esos dos canarios fue el que se escapó. Él ha
vuelto con un amiguito. Mira…”
El niño abrió la puerta de la maltratada jaula y los dos
canarios entraron en ella.
Atilio y Sara se abrazaron y lloraron con una emoción que
no sabían cómo explicar a sus hijos, quienes ya no estaban asustados.
Atilio compró una jaula nueva aún más grande y bonita,
donde Pedro, Juan y José vivieron muy felices con aquella familia, adornando su
hogar y deleitándolos felizmente con su lindo trinar.
Guauuuu que hermosa historia sobre Papaito y mama Sara, si esa historia es hermosa, y de verdad Papaito era un amor, muy cariñoso y amable, pero tenia un temperamento muy explosivo, la casa de Sierra maestra tenían huellas de su explosividad ha y el escaparate, los atravesaba con el puño cuando estaba bravo. Y esa historia cuando tenían 5 hijos, pero cuando nosotros sus nietos nacimos había una jaula grande de techo azul y su puertesita tenia bordes rojos y tenia una tapara como nido, con 2 canarios y mama todas las mañanas ella los alimentaba y de noche los arropaba. Lo que me vacuno era la hermandad de las aves que al separarlas siempre tuvieron presente a su amigo y arriesgaron todo hasta que se volvieron a unir. Esa moraleja es hermosa y así debemos ser los humanos siempre estar juntos en las buenas y las malas, ayudándonos siempre. Te felicito mi escritora favorita que Dios te siga Bendiciendo. Te quiero mi tía Este.
ResponderBorrarYo creo que cada animalito que tuvo Tía Sara tuvo su historia muy particular, sus animalitos reflejaban su hermoso ser. Tío Atilio y Tía Sara fueron seres muy especiales para mí; si pudiera transformar en cuento cada uno de los recuerdos que tengo de ellos, su recopilación haría un libro lleno de encanto. Gracias, querida Yuly, que Dios te bendiga.
BorrarEl comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Zaida Petit:
ResponderBorrar“Muy bonito cuento, como todos los que he leído. Todos tienen un sentido de amor y fraternidad y mucha fidelidad. Entre esas tres aves había una hermandad prodigiosa.”
El comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Yarelis Petit:
ResponderBorrar“Es muy lindo.”
Bonita historia yo también recuerdo mucho la enorme jaula que había en el patio de tía Sara, yo me fascinaba mirándolos
ResponderBorrarEl patio de Tía Sara con sus animales y sus frutas siempre fue un mundo lleno de magia para todos los niños de la familia. ¡Un abrazo fuerte! ¡Te quiero mucho!
BorrarEl comentario siguiente fue enviado vía Facebook por Zulima Pedreañez:
ResponderBorrar“¡Qué bonito como nos deleitamos con tus cuentos; gracias, Mamá Ingrid!”
ResponderBorrarEl comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Mirla Petit:
“Una historia muy conmovedora, una historia que hace sentir a uno tantas cosas y recordar tantas cosas. Yo sabía que esa historia era de allá de Sierra Maestra por los animalitos y por tantas cosas. Gloria a Dios, que Dios te bendiga. Muy bonita la historia, muy conmovedora y sentimental. ¡Qué bella!”
El comentario siguiente fue enviado vía Facebook por Marianela Fernández de González:
ResponderBorrar"Qué bonito cuento."
El comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Emelina Petit:
ResponderBorrar“Muy bello y sentimental. Muy bien asociado a Tía Sara y Tío Atilio, a los dos le gustaban los animales y los cuidaban. Los canarios se querían mucho y nunca dejarían por fuera al cojito.”
Como siempre tus historias son lindas, sencillas y con un aprendizaje. En esta ocasión está la Amistad.
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