Ébano

Érase una vez un ruiseñor que tenía un plumaje negro y muy opaco, cuyo apelativo era Ébano. Como todo ruiseñor, éste pájaro tenía un trinar exquisito y potente, pero era un ave muy infeliz porque sentía mucha inconformidad por el color de su plumaje.

Se había convertido en un ave iracunda y solitaria. Había decidido no llegar a formar una pareja pues no quería heredar su feo plumaje a sus polluelos.

A pesar de su esfuerzo por hacer una vida solitaria, su alma sentía la necesidad de compartir con otras aves.

Por las noches, cuando la mayoría de las aves pernoctaban en sus guaridas y en las ramas de los árboles, Ébano trataba de entablar una conversación con Dios para conseguir consuelo al dolor de su inconformidad.

“Quisiera poder entender por qué me hiciste diferente. No parezco un ruiseñor, más bien parezco un cuervo que sabe cantar. Hablan mucho de que puedes hacer milagros. Dime qué tengo que hacer para que me concedas el milagro de que mi plumaje cambie de color.”

Todos los días Ébano repetía estas palabras en su mente, esa era su plegaria a Dios y cada noche esperaba que Dios le respondiera.

La vida de Ébano transcurría sin ningún cambio, hasta que un día sintió que su alma estaba muy cansada. Le imploró a Dios que le permitiera caer en un sueño infinitamente profundo del que ya no despertara.

Esa noche Ébano con el alma muy decaída se quedó dormido profundamente.

 “Tu trinar es exquisito, me siento extasiado al escuchar tu canto.” Escuchó una voz potente pero que dentro de su potencia era muy suave.

Ébano dejó de trinar y sin moverse de su rama, movió la cabeza en todas direcciones para buscar quién le había hablado.

“Estoy muy cerca de ti, pero no puedes verme.” Continuó hablando aquella extraña voz.

“¿Y por qué no te dejas ver? ¿Con qué propósito alabas mi canto?” Le preguntó Ébano con mucha desconfianza.

“Hace mucho tiempo hablas conmigo por las noches sin verme. Decir que tu canto es exquisito no es un halago, es una verdad.” Dijo aquella voz que de verdad parecía venir de un ser que estaba casi a su lado.

Un escozor corrió por el plumífero cuerpo de Ébano. No supo qué responderle, en ese momento sentía un poco de miedo, aunque aquella voz lo estaba envolviendo con una serenidad muy profunda.

“He escuchado cada una de tus plegarias. Entiendo tu insatisfacción ante la vida. Te concederé lo que me pides después que hagas algo por mí.”

“Haré todo aquello que pueda para que me cambies el color de mi plumaje, quiero ser un ave como todas los de mi especie.” Dijo Ébano con mucha vehemencia.

“Emprenderás un viaje, y a tu regreso, aquí mismo donde estamos conversando te convertirás en un ruiseñor como todos los demás.” Le explicó aquel ser que Ébano no podía ver.

“¿Qué tengo que hacer?” Le preguntó Ébano con cierta impaciencia.

“Debes volar por todas las selvas, bosques y desiertos; debes sobrevolar por los aires de todos los ríos, mares y océanos; debes volar por los cielos gélidos de los polos. Cuando hayas recorrido todos estos lugares debes volver a este mismo árbol, yo te estaré esperando para concederte el privilegio de que el color de tu plumaje cambie.” Le explicó aquel ser invisible.

“¡Lo que me estás pidiendo que haga es cumplir una sentencia de muerte! ¿Cómo crees que yo pueda resistir semejante barbaridad? ¿Sabes lo que pienso? Pues que tú no eres ese ser Divino con quien yo he tratado de hablar cada día, y si lo eres, entonces de Divino no tienes nada, eres más bien Diabólico. No he cometido ningún pecado pidiéndote lo que te pido. ¡Bonita manera de castigarme! ¡Me arrepiento de haber creído en tu Magnificencia! Si Dios existiera, no permitiría que otro ser más que Él, me hablara.” Ébano temblaba de coraje y sentimiento al hablar.

“Entiendo tu coraje y tu incredulidad. No trataré de convencerte de lo contrario. Siempre has tenido libre albedrío.” Al concluir esas palabras, Ébano sintió que estaba solo otra vez.

En ese momento Ébano despertó, había estado soñando; su corazón palpitaba desenfrenadamente y sentía que aquella voz aún retumbaba dentro de sus oídos.

Sintió un vacío infinito dentro de su alma y al mismo tiempo un dolor que le ahogaba su corazón. Sintió que lloraba aunque de sus ojos no salían lágrimas.

Miró por infinitésima vez su opaco plumaje negro, sintió una vez más la soledad en la que vivía y pensó que hubiese sido mejor que no se hubiese despertado nunca más.

Algo lo impulsó a volar para comenzar una aventura a través de todos esos lugares inhóspitos y peligrosos que aquel ser invisible le había mencionado en su sueño.

Ébano voló casi incesantemente, sufrió calor extremo, voló bajo lluvias torrenciales, sufrió temperaturas gélidas, climas agradables, selvas extremadamente espesas y desiertos que parecían interminables, oscuridades que parecían no tener fin y un brillo de sol que era casi cegador, vio los destellos de la aurora boreal y la aurora austral. No tenía noción del tiempo que transcurría ni entendía cómo su pequeño cuerpo podía aguantar tanta inclemencia, pero de alguna manera Ébano un día volvió al árbol donde una vez en un sueño muy profundo escuchó la voz de un ser que no vio.

Extremadamente cansado y macilento, Ébano se posó sobre la rama de aquel árbol en la que había pernoctado tantas noches de su vida. Sintió un regocijo sobrecogedor de estar de regreso a lo que consideraba su hogar. Se quedó profundamente dormido.

“Me da mucho gusto que hayas regresado.” Escuchó que decía aquella voz inconfundible que una vez le había hablado.

Ébano abrió los ojos y con una voz que reflejaba mucho cansancio dijo: “En todo este tiempo, pensé que nunca más escucharía tu voz.”

“Me siento muy orgulloso de tu resiliencia y de tu perseverancia. Estaba seguro de que volverías. Debes estar listo para ver tu plumaje de otro color.” Dijo aquella voz que al escucharla llenaba a Ébano de mucha paz y vigor.

“Quiero pedirte perdón por todo aquello que te dije, nunca debí dudar de tu Divinidad. Me siento muy avergonzado por mi soberbia y mis estúpidas pretensiones. Quiero decirte que me enseñaste algo muy valioso y es el aprecio por la vida. En mi recorrido, vi como un oso blanco lucha igual que un oso negro para defender a sus crías de las inclemencias y de los peligros que envuelve la vida salvaje. Que un ratón lucha igual en las tierras cubiertas de hielo que en las hojarascas de la selva. Que todas las aves volamos igual para conseguir alimento y resguardo, sin importar en qué selva o bosque nos encontramos, sin importar el color de nuestro plumaje; que los depredadores son depredadores en toda la geografía de la tierra y que todos estamos en la misma lucha por la supervivencia. Que lo más importante es creer en la vida. Yo soy un ruiseñor no importa el color de mis plumas; me debo sentir orgulloso de mi linaje y mi descendencia estará orgullosa de mí. Mientras haga la vida de un ruiseñor, como nací en la naturaleza, no he de sentir vergüenza de mi fisonomía. Dios sí existe, y te doy gracias por todo lo que le has dado a mi vida, por mi canto, por el color de mi plumaje, por poder volar. Gracias por haberme hecho conocer toda la geografía de la tierra. Tu Creación es Hermosa.” Ébano estaba muy emocionado al versar su cándido discurso.

“Bendecido seas, hijo mío.” Fue lo único que escuchó decir.

Cuando Ébano despertó se sintió renovado; dejó de ser un ave iracunda, era un ruiseñor de plumaje negro que nunca más se apartó de los demás ruiseñores. Cada noche, oró para darle gracias al Creador por su vida.





 

Comentarios

  1. El comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Zaida Petit:

    “Mu buena reflexión. Siempre debemos estar agradecidos con Dios por lo que somos o como somos físicamente, lo importante es la creencia y la fe. Yo, particularmente, he sentido en sueños que Dios me ha dado muchos mensajes, me ha guiado y me ha prevenido de muchas cosas. Estoy tan agradecida con Dios como ese ruiseñor.”

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  2. El comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por María Eugenia Rodríguez:

    “Hermosa lección para los niños y adultos.”

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  3. Hermosa manera de enseñar valores, te felicito Ingrid

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  4. Hermosa historia!! muy verdadera, muchas veces nos cuesta agradecer quienes y como somos y dejamos pasar la vida añorando otras cosas sin darnos cuenta que tenemos todo lo que necesitamos para realizarnos


    Yo...

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    1. ¡Un abrazo fuerte para “ti”! Gracias por esas palabras que engalanan el fondo de mi cuento. ¡Que Dios te bendiga, hermanita de mi corazón!

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  5. El comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Yarelis Petit:

    “Hermoso mensaje. Aceptar lo que se es y lo que se tiene. Todo viene de Dios, todo es valioso.”

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  6. El comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Emelina Petit:

    “Me gustó mucho. Enseña todo el poder de Dios sobre la Naturaleza y que la obediencia a Él vale mucho más que cualquier cosa. El Ruiseñor cumplió en obediencia a Dios y conoció todo lo bello de cada uno. Cada quien tiene su encanto para El Señor y somos especiales para Él, por algo nos creó.”

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  7. Este cuento se Lee como leer a Hans Christian Andersen. Recomiendo repartirselo a los niños de la familia

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  8. Esa comparación me enaltece mucho. Ojalá mis cuentos lleguen a ser relatados a muchos niños. ¡Dios te bendiga!

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