En 1939, Audoeno se perfilaba ya como un destacado
ebanista. En los tempranos años de su adolescencia entró a trabajar como
aprendiz en una carpintería en el centro de Maracaibo, su férrea pasión por
aprender lo llevó a convertirse en corto tiempo en un hábil carpintero, cuyas
manos manejaban con extrema experticia las maderas finas logrando la
construcción de muebles de excepcional calidad y estilo.
A sus 25 años, Audoeno había logrado establecer su propio
taller de trabajo en la calle La Paz, y tenía una pequeña plaza de
trabajadores. Se sentía muy complacido y optimista ante sus logros. Su infancia
fue marcada por la pérdida de su padre a los 8 años y la de su madre a los 14.
Así que desde muy pequeño tuvo que trabajar para ayudar a proveer las
necesidades de su madre y sus hermanos.
Le habían encomendado la fabricación de las bancas para
la Iglesia San Juan de Dios, así que esa mañana se dispuso a tomar las medidas
pertinentes.
Al entrar en la iglesia, vio a una joven delgada de
cabello negro sentada en uno de ellos, la joven se percató de que alguien había
entrado en la sala del templo y levantó la mirada; el encuentro de aquellas
miradas fue fugaz, pero fue suficiente para que Audoeno pudiera apreciar la exquisitez
de aquellas dulces facciones femeninas y la intensidad del color de sus ojos
marrones.
Audoeno no dijo palabra alguna, solo hizo una ligera
venia con su sombrero en señal de respeto. La joven tímidamente bajó su mirada.
Aquel bello rostro y el destello de la timidez de aquellos ojos marrones
envolvieron a Audoeno en la candidez de su juvenil figura.
En ese momento apareció en el escenario el Señor Párroco
acompañado de otro señor, “Buenos días”, saludaron ambos. Enseguida se oyeron
las palabras llenas de autoridad del señor que acompañaba al cura dirigiéndose
a la joven, “Vamos, Alicia.” La joven obedientemente se levantó y siguiendo los
pasos de quien aparentaba ser su progenitor, se alejaron.
“Soy Audoeno Petit, el carpintero. He venido a tomar las
medidas para la construcción de las bancas.” Explicó el joven ebanista sin
dejar de mirar a la joven que se alejaba.
“Proceda usted, hijo. Yo estaré en mi oficina si necesita
consultarme cualquier cosa.” Le dijo el párroco y se dispuso a dejarlo solo,
para que hiciera sus menesteres.
Cuando Audoeno hubo terminado fue a la oficina del padre,
le dijo, “Disculpe usted Señor Cura. Yo creo conocer a ese señor que lo
acompañaba. No recuerdo su nombre, pero creo que su esposa se ha de llamar
Elena si mi mente no me traiciona. Cuando era un niño, nuestras familias fueron
vecinas. Mi madre y Doña Elena fueron grandes amigas.”
“Pues, está usted en lo cierto. La esposa de Don Abrahán
se llama Elena.” Adujo el cura.
Audoeno aún recordaba dónde quedaba aquella casa en la
que había vivido aquellos años con su madre y sus hermanos. Ese próximo sábado,
se vistió con su mejor atuendo que lo formaban su mejor camisa blanca
almidonada, su pantalón de cachemira marrón oscuro, sus pulidos zapatos de
vestir “Walk-Over”, y su singular sombrero bombín. Su alta, delgada fisionomía
se veía realzada con su elegante vestir. Con paso determinado se encaminó hacia
aquella vecindad de El Milagro donde su corazón ilusionado esperaba que aún
viviera en ella la familia de Don Abrahán y Doña Elena.
Al volver a ver aquella casa donde su familia había
vivido durante 6 años, luego del fatídico naufragio de su padre, sintió una
nostalgia muy fuerte. Vio también la casa donde habían vivido los Villalobos y se
aproximó a tocar su puerta.
Prontamente, su llamado fue atendido por un joven de ojos
azul-celestes e imponente alta figura. Audoeno sintió mucha satisfacción al
reconocer su rostro, “Buenas tardes, Alfonso. No sé si te acuerdas de mí. Soy
Audoeno, uno de los hijos de Doña Emelina Chacín. Nosotros vivimos en la casa
del frente hace 12 años.” Le dijo con voz pausada, sobrecargada de emoción.
El rostro del joven mostró estar sorprendido
agradablemente y sin decir palabra alguna abrazó cordialmente al visitante.
Seguidamente lo invitó a pasar y lo llevó a la presencia de sus padres.
Los Villalobos, especialmente Doña Elena, se sintieron
sobrecogidos porque uno de los integrantes de la familia Petit Chacín se había
vuelto a encontrar con ellos.
De los seis hijos de Don Abrahán y Doña Elena, solamente
quedaban solteros Alfonso y Alicia. Alfonso era dos años mayor que Audoeno y
Alicia era una jovencita de 16 años.
Audoeno pudo ahora extasiar su mirada en el exquisitamente
bello rostro de Alicia. Seguramente ella no lo recordaba, pues era una niña de
cinco años cuando los Petit Chacín se mudaron de aquella barriada; pero él sí
la recordaba. Su madre y Doña Elena siempre decían que cuando sus hijos
crecieran, había de haber algún matrimonio entre las dos familias.
Audoeno comenzó a visitar consuetudinariamente a la
familia Villalobos, aparte del sentimiento de familiaridad que sentía por
ellos, había ahora un sentimiento más poderoso pues sentía mucha atracción por
Alicia. Cuando un corto tiempo hubo transcurrido, con la mayor respetuosidad
habló con Don Abrahán y Doña Elena para cortejar a Alicia pues quería casarse
con ella.
Alicia por su parte, no se atrevía ni a compartir una
mirada con Audoeno; cuando los visitaba, apenas si le contestaba su respetuoso
saludo. Solamente compartía su presencia cuando había otros adultos presentes.
Alicia era una ávida lectora de poesías y de novelas de
amor. Su autora preferida era Corín Tellado. Recientemente había leído una
novela titulada “El padrino de mi hermano”, en cuya trama, una jovencita de 17
años, Clara, se enamora de Juan, quien era el padrino de su hermano. La historia se desenvuelve de
tal manera que Juan y Clara ven su amor bendecido. Clara nunca llamó a Juan por
su nombre, siempre se refirió a él como “Padrinito”.
Alicia tuvo un sueño en el que ella era Clara y Audoeno
era Juan; al despertar sintió que ese sueño había sido una fantasía muy bonita
que la hacía pensar que Audoeno podía llegar a ser el “Padrinito” de su vida.
No se lo contó a nadie, ni siquiera a su Mamá Elena, pues le daba mucha
vergüenza.
Ese sábado, Don Abrahán y Doña Elena sentados ambos a la
mesa de su comedor llamaron a Alicia y muy solemnemente le dijeron: “Esta tarde
vendrá Audoeno. Te vamos a dejar sola con él. Te propondrá matrimonio y
aceptarás su propuesta. Nos ha pedido tu mano en compromiso matrimonial y se la
hemos concedido. Es de muy buena familia, es un hombre trabajador; con él
formarás una familia respetable.”
Alicia sintió que un escalofrío de emoción le enervó su delgadito cuerpo y pensó en su “Padrinito”. Guardó silencio, nunca contradecía los mandatos de sus padres aún cuando en su interior los desaprobara. “¿Cómo le debo contestar?” Les preguntó con un hilo de voz rompiendo su silencio.
“Pues, le dices, “Tu proposición me honra y acepto casarme
contigo.” Contestó Don Abrahán con
extrema premura.
Ahora habló Doña Elena quien no disimulaba el gran gusto
que sentía, “Te bañas temprano y te haces bien tus crespos. Yo te escogeré el
vestido que te vas a poner. Tienes que lucir muy bonita para Audoeno.”
El evento de proposición de matrimonio de Audoeno a
Alicia aconteció tal cual la familia lo había planeado. Audoeno vestido
impecablemente, al quedarse solo con Alicia en la sala de la casa le dijo,
“Alicia, me siento sumamente honrado de tener el permiso de Don Abrahán y Doña
Elena para pedirte que te cases conmigo.”
Alicia con una voz muy tímida y sin mirarle a los ojos,
le dijo las palabras que Don Abrahán le había indicado.
A mediados de 1940, un 18 de mayo, contrajeron matrimonio
civil Audoeno Petit Chacín y Alicia de Jesús Villalobos Hernández en la casa
No. 123 de la calle Falcón del Municipio Santa Lucía de la ciudad de Maracaibo,
donde residía la familia de Ángela Elvia Petit Chacín de Echeto, hermana de
Audoeno.
Si cuando Audoeno le propuso matrimonio a Alicia aún no había
nacido un amor apasionado, por lo menos por parte de Alicia, a quien le fue
impuesto un “Sí, acepto”, aquel amor nació y el amor del uno por el otro creció
con mucha fuerza. Alicia nunca llamó a Audoeno por su nombre, siempre lo llamó “Padrinito”,
bueno… cuando estaba enojada con él, lo llamaba “Señor Petit”.
De su unión nacieron 13 hijos, 44 nietos; han nacido 74
bisnietos, y 5 tataranietos; cuatro generaciones, un total de 136
descendientes.
Audoeno y Alicia vivieron 43 años y 9 meses juntos desde
el día en que se casaron hasta el fallecimiento de Audoeno. Compartieron una
vida llena de altibajos de felicidad, pobreza, precariedades, severas
enfermedades, derrotas y triunfos; pero siempre prevaleció un amor recíproco.
¡Dios los guarde en Su Santísima Gloria, queridos Papá y
Mamá!
Hermosa! Hermosa historia de amor amiga, aún los recuerdo me encantaba verlos . Gracias por compartirla
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BorrarGracias por siempre leer mis historias y por leer esta en especial que es aún más significativa para mí. ¡Un abrazo!
ResponderBorrarEl comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Marisol Díaz Villalobos:
“Ingrid, la botaste de jonrón; pero de jonrón del estadio se pasó para allá bien lejos, como para el Universitario cayó la pelota. ¡Qué barbaridad, qué historia! Yo me imagino que es verdad, o sea todo es verdad. O sea es tan bonita, tan especial, tan bien narrada; me hiciste sentir en los años de atrás. ¡Qué bonito! ¡Qué historia tan bonita chama! Me quito el sombrero prima. ¡Felicitaciones UAO!
Hola Ingrid.
ResponderBorrarGracias por compartir con tus lectores está bella historia.
Gracias por ser uno de mis lectores!
BorrarEl comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Bladimir Ramos:
ResponderBorrar"Muy bella y tierna historia!!!
El comentario siguiente fue enviado vía Facebook por Marianela Fernández de González:
ResponderBorrar“Qué bonita historia de amor.”
El comentario siguiente fue enviado vía Facebook por Yamiles Coromoto Petit Arteaga:
ResponderBorrar“Waooo mis abuelos, ejemplo a seguir ... Corín Tellado ... así me decía Mamá Alicia ... Mis abuelos, Dios los tenga en Su Santa Gloria.”
Wao, gracias por compartir tan excelente esa historia de amor de mis abuelos mamalicia y Papa eno. Tenía la pregunta porque mamalicia lo llamaba padrinito, pero ya me respondiste.
ResponderBorrarTremenda historia me siento honrada y feliz de ser parte de esa familia . Gracias a Dios por unir a esos dos seres maravillosos, de los cuales nacieron esos 13 hijos que también crearon familias para seguir su legado. Te felicito por la manera de contar la historia siempre me transporta y me hace imaginar esos tiempos.
Te quiero mucho madrina.
Gracias a vos, negrita linda de mi corazón por ser quien sois y por haberte robado completamente el corazón de Papá y Mamá. Gracias por siempre leer mis historias de las que de alguna manera eres parte integral. No tengo que decirte que te quiero mucho… pero te digo que ¡TE QUIERO GRANDOTE!
BorrarEl comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Mirla Petit Villalobos:
ResponderBorrar“Este tu cuento de Padrinito, hermosísimo y muy real. Me vinieron a la memoria muchas anécdotas que Mamá me contaba. Dios te bendiga. No hay palabras para expresar lo que siento. Te quiero mucho.”
Demás estar decir que es una bella historia, es la historia de mis padres, me llegó al alma, yo recuerdo que de adolescente le pregunté a mamá por qué lo llamaba padrinito, siempre la escuché llamarlo así, de niña para mí era lo más normal, ya más grande me dió curiosidad por saber el origen de ese apodo, gracias por hacer parte de tus historias
ResponderBorrarYO...
BorrarCada uno de sus descendientes somos un pilar de esa singular historia de amor. Gracias por seguir siendo uno de esos pilares, por ser parte de nuestras historias familiares. ¡Te quiero GRANDOTE!
Saludos. Gran recuento, y felicitaciones por la entretenida manera de relatarlo. Yo le tomé confianza a mamalicia, por allá a mediados de los años 1990. Ella me confió como "aprendió" a querer a PADRINITO a partir de un compromiso previamente arreglado. Porque como es dable imaginar, no fue así de una!. Es más, por un rato me causó una conmoción, porque me dijo que hasta el momento de ese compromiso ella solo se había sentido enamorada de un hombre. Yo asombrado le pregunté quién era?, y con un aire de inocencia que nunca se me va a olvidar me nombró a un actor de cine mexicano!, no recuerdo bien si era Pedro Infante o Jorge Negrete. Les reveló aquí el primer amor platónico de Alicia de Jesús
ResponderBorrarMi querido Angeluis, creo que fuiste uno de los pocos que se hubo atrevido a abordar el tema del amor con Mamá. Su amor platónico por Jorge Negrete llegó al punto de que Papá sentía celos, y ella celaba a su Padrinito hasta de los sueños que tenía. Me da mucho gusto que te haya gustado mi relato. ¡Dios te bendiga. Te quiero GRANDOTE!
BorrarEl comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Zaida Petit Villalobos:
ResponderBorrar“Me llegó hasta lo más profundo de mi corazón, muy bella y real. Hoy he estado recordando nuestro hogar; que entre altos y bajos éramos felices. Y le doy gracias a Dios por tan bellos padres que tuvimos; un gran ejemplo a seguir. Me emocioné mucho, me dio momentáneamente arritmia y se me humedecieron los ojos viviendo esos recuerdos. Yo sí sabía por qué Mamá lo llamaba Padrinito. Muy bella tu historia, nos ayudáis a revivir. Dios bendiga tu talento, hermanita.”
El comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Emelina Petit Villalobos:
ResponderBorrar“Me removió el corazón y revivió mis recuerdos hermosos de nuestra vida en familia; Papá trabajando la carpintería en la casa y cómo Audo y Darío lo imitaban construyendo muebles de juguetes. Qué bella historia hermanita. Muy, pero muy bello recordar todo lo de Mama y su Padrinito.”
ResponderBorrarEl comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Rubén Petit Villalobos:
“Excelente relato de una pareja que fue ejemplo de muchas y aún después de mucho tiempo lo sigue siendo. A todos los que tenemos el inmenso honor y orgullo de ser sus descendientes nos enseñaron a ser hombres y mujeres de bien, con buenos valores y muy sinceros y hermosos sentimientos; jamás me cansaré de agradecer a Dios la inmensa bendición que significa ser uno de sus hijos. Mamá Alicia y Papá Eno, los amaremos eternamente.”
ResponderBorrarEl comentario siguiente fue enviado vía Facebook por Esmeida Pirela:
“Linda historia de amor. Un abrazote, amiga”
ResponderBorrarEl comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Yarelis Petit Villalobos:
“Me encantó y me trasladó al encuentro de Papá y Mamá. Un amor para hacer historia.”
ResponderBorrarEl comentario siguiente fue enviado vía Facebook por Norma Beatriz Rodríguez:
“Me encantó!!! Qué lindo haber sabido desde siempre esa historia tan hermosa de tus padres y poder narrarla.”
El comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Audo Eno Petit Villalobos:
ResponderBorrar“Bonita, muy hermosa la historia, de muchas cosas que nos hacen recordar de dónde vinimos nosotros, de qué hermosura de pareja vinimos nosotros; así es que, te felicito hermana. ¡Muy bonita la historia! Gracias por esas vivencias de Papá y Mamá.”
El comentario siguiente fue enviado vía Facebook por Yulevy Elena González:
ResponderBorrar“Muy hermosa pareja. Y donde quiera que estén en el cielo, deben estar muy orgulloso de sus hijos, amorosos, trabajadores y con un corazón que no les cabe en el pecho.”
El comentario siguiente fue enviado vía Facebook por María Eugenia Rodríguez Llach:
ResponderBorrar“Hermosa historia . Lo viví al leerlo amiga. Me encanta como escribes. Dios te bendijo con otro Don maravilloso para deleitarnos.”
Bonita historia de AMOR, además real. Buena descendencia tuvieron. Gracias por compartir tus cuentos.
ResponderBorrarGracias por ser parte de mis lectores! Bendiciones!
BorrarEl comentario siguiente fue enviado vía Facebook por Yarelvis Pérez:
ResponderBorrar“Linda la historia.”
El comentario siguiente fue enviado vía Facebook por Gloria Esteva:
ResponderBorrar“Encantada de leerte, Ingrid. Una historia que, siguiendo esas costumbres y tradiciones de antaño, está llena de encanto y de amor. Linda familia. Abrazos.”