
Ebra En un bosque montañoso de América Central vivía una ranita llamada Ebra. Ebra había nacido de una masa de huevos que yacían aglutinados sobre una gran hoja plana, justo arriba de una hermosa laguna. Cuando los huevos se convirtieron en renacuajos, uno a uno fue cayendo al agua para poder comenzar su vida acuática y posteriormente convertirse en una rana adulta. Todos los renacuajos cayeron al agua, menos uno; este renacuajo al salir de su envoltura gelatinosa cayó en una hoja muy grande que era cóncava. Esta concavidad se mantenía llena de agua gracias a las abundantes lluvias de esta selva tropical. Este renacuajo se convirtió en una pequeña ranita llamada Ebra. Ebra se acostumbró a vivir en esa gran hoja cóncava y nunca se aventuró a saltar fuera de ella. Asomaba su cabeza para mirar a sus alrededores y veía cómo otras ranas nadaban y saltaban hacia la orilla. Ella se sentía muy feliz viviendo sola en la comodidad de su hoja, se sentía muy segura; la idea de explorar