Brisa de Luna Llena 

Érase una vez un murciélago llamado Pepe, que nació con una debilidad extrema en sus patas y debido a esta debilidad no se podía colgar a dormir como lo hacen todos los murciélagos. Pepe tenía que dormir acostado sobre su estómago o sobre su espalda.

Los otros murciélagos comentaban que sufría los efectos de un conjuro malévolo y que sólo se libraría del conjuro invocando a La Justicia Divina.

Pepe sufría su condición sin quejarse, pero cada vez que se guarecía en su cueva para dormir, le rogaba a La Justicia Divina que le revelara el secreto de cómo curarse.

Un día, Pepe tuvo un sueño revelador en el que La Justicia Divina le había hablado pero cuando despertó no pudo reconstruir el sueño en su mente; solo recordaba la frase “Brisa de Luna Llena”.

Desde ese día, se aferró más al ferviente deseo que La Justicia Divina le volviera hablar en su sueño para entender bien lo que aquella frase significaba, para poder romper ese terrible conjuro.

Pasaban los días y Pepe vivía casi desesperanzado de que algún día podría vencer su anormalidad. No podía dejar de pensar en el mensaje que había recibido la única vez que La Justicia Divina se había manifestado en su sueño y que lamentablemente él no lograba entender.

De tanto pensar llegó a la conclusión que debía buscar una luna llena encantada que tuviera brisa; a lo mejor, si volaba muy lejos encontraría esa luna llena cuya brisa lo iba a curar.

Así que un día apenas se escondió el sol, Pepe emprendió un vuelo sin rumbo definido. Voló toda la noche; era una noche sin luna, o si había luna, estaba escondida tras los pesados nubarrones que cubrían el cielo.

Ya pronto amanecería y Pepe no había visto la luna, ni había sentido ninguna brisa encantada.

Se comenzó a sentir demasiado cansado pues en su desenfrenado deseo por conseguir la luna llena, no se había detenido a comer.

Pepe se desvaneció totalmente y se precipitó al suelo. En su abrupta caída chocó con algo y quedó inconsciente.

Pasados unos minutos empezó a recobrar su consciencia y sintió que una cosa húmeda le acariciaba la cara; al abrir los ojos pudo ver un hocico enorme armado con afilados dientes.

Pepe se sintió horrorizado de que aquella bestia estaba preparándose para comérselo y entonces cerró sus ojos y siguió muy inmóvil; si se hacía el muerto a lo mejor la bestia perdería interés en él.  Pero aquel animal seguía lamiéndole la cara con mucha insistencia.

“Pobrecito, yo creo que se murió con el impacto de su caída. Me da mucha lástima, aunque si lo logro despertar corro el riesgo de que este vampiro me quiera chupar sangre.” Dijo el animal de dientes afilados y fuertes mandíbulas.

Pepe se sintió ofendido al ser llamado vampiro; inmediatamente abrió los ojos y le dijo. “¡Oye tú! ¡Yo no me alimento de sangre, yo como frutas y los néctares de las flores!”

Aquel mamífero mostró regocijo de verlo despierto, “¡Me asustaste, pensé que estabas muerto!”

“Por favor, no me comas!” Le imploró Pepe con mucha angustia.

“¿Comerte? Quédate tranquilo, yo soy una hiena vegetariana. Trata de moverte, para que te asegures de que no tienes huesos rotos.” Le dijo la hiena.

“Yo lo que tengo es hambre y estoy muy cansado. Vengo de muy lejos.” Explicó Pepe.

“Yo te puedo llevar a una cueva que tiene muchas bayas. Así, luego que comas podrás dormir para que cuando caiga el sol puedas regresar a tu casa.” Le dijo la hiena con mucha amabilidad.

Se echó sobre sus cuatro patas, “Anda, sube a mi lomo; yo te transportaré.”

Pepe sintió que aquella hiena era muy amable y con mucho cuidado se acomodó en su lomo.

“Yo tengo sed. Me voy a detener en la laguna para tomar un poco de agua.” Le dijo apaciblemente.

Así lo hizo, y de repente mientras tomaba agua, la hiena comenzó a reírse con una risa muy sublime, más que risa era una música muy apacible.

“¿Por qué te ríes?” Le preguntó Pepe con mucha curiosidad sin dejar de sentirse extasiado ante aquella risa que era música en sus oídos.

“¡Que cómico! Vi mi reflejo en el agua contigo cabalgando en mi lomo e inmediatamente pensé que tú no eres El Llanero Solitario sino, “El Quiróptero Solitario”. La hiena no podía dejar de reírse.

“Tu risa es muy peculiar, parece el sonido de un instrumento musical.” Pepe se sentía envuelto en un aura de profundo regocijo.

“Te has  podido dar cuenta de que soy una hiena fuera de lo común; aparte de ser vegetariana, cuando me rio prácticamente toco música.” Le dijo la hiena con un mal disimulado orgullo y retomó su camino hacia la cueva.

 Al entrar en la cueva le dijo, “Como podrás ver, esta cueva es un santuario muy apacible; ya lo verás. Come todas las bayas que quieras y trata de dormir para que recuperes tu fuerza. Yo tengo que regresar a mi clan.” La hiena se dispuso a irse.

“Espera, no te he dado las gracias por tu gran ayuda. Ni siquiera te he preguntado cómo te llamas. Yo me llamo Pepe.”

La hiena sonrió, “Mi nombre es Luna. Descansa Pepe, ya verás que cuando te cuelgues de tus patitas apreciarás mejor la belleza de este santuario.” Dicho esto, giró sobre sus patas y se marchó.

Al escuchar sus palabras, Pepe sintió algo que lo estremeció, dijo muy quedamente “Luna Hiena”; en ese momento resonó en su mente su risa musical y sintió que una descarga de energía revitalizante corría por sus patas. Volvió a decir quedamente “Risa de Luna Hiena”; una inusitada euforia lo impulsó a volar y a colgarse de sus patas, pudo ver entonces una perspectiva de su entorno que no había visto nunca.

Pepe pudo dormir desde ese día como un murciélago normal, entendió que el Tiempo de La Justicia Divina es Perfecto.





 

Comentarios

  1. El comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Marisol Díaz:

    “Qué lindo, me quito el sombrero.”

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  2. El comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por María Eugenia Rodríguez:

    “Hermoso, amiga. Cuánta imaginación tienes para darnos ejemplos de ser mejores personas de manera divertida; me sentí niña leyendo y viví ese cuento. Abrazos, amiga.”

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  3. El comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Emelina Petit:

    “Muy bonito. Muy bien narrado y muy emotivo. Ese murciélago vivió algo sobrenatural y quedó sano.”

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  4. Es una fábula maravillosa. Me gustó mucho.

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  5. Eso me da mucho gusto! Dios te bendiga!

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  6. El comentarios siguiente fue enviado vía WhatsApp por Zaida Petit:

    “Qué bien, nunca se hubiese imaginado que esa luna llena iba a resultar una hiena animal más feo y encima mala madre; a veces no somos lo que parecemos o no parecemos lo que en realidad somos… y para colmo vegetariana cuando lo que le gusta a la hiena es la carroña.”

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