Estaba la rana sentada debajo del agua

 

Hubo una gaita que resonó en la época navideña de 1964. Toda  canción nace de una inspiracion y puede ser escrita en forma de cuento.  He aquí mi cuento.

Rincón Morales 1964

https://www.youtube.com/watch?v=JFeSyV2j0is

 

Era una laguna de agua cristalina cuya superficie se veía adornada por abundantes lirios de colores vibrantes. Vivía allí una ranita verde cuyo croar era muy melodioso. Aquella ranita no cantaba solamente después que llovía o por las noches; ella cantaba también de día mientras el sol brillaba y a través de sus rayos potentes calentaba el aire y a su vez mantenía la agradable tibieza del agua de su laguna. Era tan aficionada a cantar que ella cantaba aún debajo del agua.

Un día, cuando esta espectacular rana cantaba debajo del agua, pasó una mosca, nadando muy diestramente con sus seis patas. De una manera altiva y un tanto indignada le dijo: “Oye tú, si crees que cantas muy bonito, cambiarás de opinión al escuchar mi voz”. “Yo no estoy compitiendo con nadie, canto porque me gusta hacerlo.” Le contestó la rana con mucha serenidad y aplomo.

“Pues cállate y escucha la voz espectacular que yo tengo.” De inmediato, sin esperar comenzó a cantar. La rana permaneció callada, sentada debajo del agua, dejando que la mosca hiciera alarde de sus dotes de cantora.

Al cabo de pocos minutos, en medio del canto de la mosca llegó una araña peluda que magistralmente nadaba con un rítmico movimiento de sus ocho patas, “Mira mosquita, tengo que decirte que tu canto ha llamado mi atención, pero en mi presencia tienes que callarte porque la calidad de tu voz nunca podrá medirse con la calidad de la mía.” Dicho esto, la araña comenzó a cantar; la mosca se tuvo que callar y la rana permaneció callada sentada debajo del agua.

Mientras la araña cantaba, nadó hacia ellas un ratón, se acercó a la araña y le dijo, “He sabido toda mi vida que las arañas son tejedoras; más nunca supe de arañas cantantes. Deja de cantar ya, para que escuches la voz más sonora que escucharás en toda tu vida.”

La araña sintiéndose un poco intimidada por la presencia del ratón se calló inmediatamente y el ratón comenzó a cantar. Su chillido tenía un silbido muy peculiar y podía decirse que de verdad aquel ratón sabía cantar. Así que ahora cantaba el ratón, a su lado estaba la araña callada, sentada al lado de la mosca, que permanecía calladita y la rana seguía sentada debajo del agua.

Cuando el ratón cantaba, se le acercó un gato que había venido en su acecho; cuál no sería su sorpresa al encontrarlo cantando.

“A ti precisamente te quería encontrar. Tienes un chillido muy melódico; pero cállate para que escuches cómo canto yo.” Le dijo y sin mayor preámbulo empezó a maullar con un estilo tan peculiar que se convertía en canto. El ratón de ipso facto se calló, se acomodó al lado de la araña, quien a su vez estaba al lado de la mosca, y la rana seguía sentada debajo del agua.

Cuando el canto del gato fluía, llegó nadando un perro, “Caramba amigo gato, lo menos que yo esperaba era encontrarte en esta laguna. Déjame decirte que cantas muy bien, pero no llegas a la altura de mi canto. Cállate y hazte todo oídos para que te deleites con mi sublime voz.”

El gato se tuvo que callar porque el perro de una misma vez comenzó a cantar; así que el gato, el ratón, la araña y la mosca formaron el público espectador, y la rana aún seguía sentada debajo del agua.

El perro cantaba con toda la fuerza de su garganta cuando llegó un palo. El palo le dijo al perro: “Me solté de las manos de tu dueño y rodé hasta esta laguna. En vez de estar cantando deberías estar asustado, pues tu dueño te va a dar unos buenos azotes porque hace rato que no sabe por dónde andas. Para ser un perro cantas muy bien, pero déjame decirte que no tienes la madera que yo tengo. Cállate para que escuches mi voz y de paso sigas escondido para que tu amo no te encuentre.”

El palo comenzó a cantar, así que el perro, el gato, el ratón, la araña y la mosca permanecieron todos callados y la rana aún seguía sentada debajo del agua.

La voz melodiosa del palo atrajo la curiosidad del hombre, el dueño del perro, éste se zambulló en la laguna y nadó hasta donde cantaba el palo, “Eres un palo de cantante, pero nunca un palo cantará mejor que un hombre. Hazme el gran favor de callarte para que escuches a un cantante excepcional.”

Dicho esto, el hombre comenzó a cantar y el palo, el perro, el gato, el ratón, la araña y la mosca, sentados todos lo escucharon, y la rana seguía sentada debajo del agua.

El hombre cantaba a todo pulmón cuando llegó nadando una mujer, quien venía huyendo del diablo que se la quería llevar al infierno. La mujer al escuchar al hombre le dijo con extrema arrogancia, “Las mujeres hacemos todo mejor que los hombres, por supuesto que no hay hombre que cante mejor que una mujer. Así que cállate para que escuches mi voz de Diosa.”

El hombre sumisamente se calló y la mujer empezó a cantar; aquella voz femenina trascendió por el aire. El hombre, el palo, el perro, el gato, el ratón, la araña y la mosca escucharon su canto, y la rana seguía sentada debajo del agua.

Repentinamente apareció el diablo, “No hay lugar donde te puedas esconder de mí. ¡Te llevaré conmigo!” La mujer cantaba con sus ojos cerrados, así que no veía al diablo, y la belleza y profundidad de su canto no le permitían escuchar lo que el diablo vociferaba.

“Te he dicho que he venido a buscarte para llevarte conmigo al infierno, así que ¡Cállate!” Gritó el diablo bastante fuera de sí.

La mujer seguía cantando y el hombre, el palo, el perro, el gato, el ratón, la araña y la mosca estaban embebidos en su dulcísima voz junto a la rana que seguía sentada debajo del agua.

El diablo comenzó a sentirse calmado, la voz de aquella mujer era demasiado sublime y sintió que un aura de tranquilidad lo empezaba a envolver. Era una paz que jamás había sentido. Era una paz sobrecogedora que lo hacía sentir dentro de un remanso de sosiego.

La mujer seguía cantando con mucha inspiración.

El diablo olvidó que era el diablo y que había venido a llevársela; se sentó al lado del hombre, el palo, el perro, el gato, el ratón, la araña, la mosca, y la rana seguía sentada debajo del agua.

Cuando la mujer dejó de cantar todos la aplaudieron y gritaron al unísono, “¡Otra, otra!”

La mujer los complació una y otra vez. Cuando todos se sintieron satisfechos de escuchar muchas de sus canciones, volvieron a sus casas; la rana siguió sentada debajo del agua.

Al otro día, la rana volvió a cantar sentada debajo del agua con la esperanza de que todos volvieran a cantar con ella.  


 

Comentarios

  1. El comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Zaida Petit:

    “¡Qué bien! Me pareció muy divertida tu historia de hoy.”

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  2. El comentario siguiente fue enviado vía Facebook por Nelly Delgado:

    “Hola mi amiga querida. Me encantó tu cuento de la rana basado en esa vieja y querida gaita nuestra. Te felicito, tus narraciones son encantadoras.”

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  3. El comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Magda Petit:

    “Muy buena la conversión de gaita a historia narrada, me recordó mi infancia y cómo todos cantábamos esa gaita y ¡ay de aquel que se equivocara en el orden de los cantores!”

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  4. El comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Emelina Petit:

    “Buenísima la historia de la gaita, encadenada propiamente. Me gustó mucho.”

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  5. El comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Audo Petit:

    “Me gustó bastante, me llevaste al año 64 cuando vivíamos en La Soledad, me llevó a ese tiempo cuando cantábamos esa gaita. Muy original, muy creativo y bien escrito, bien narrado. Está muy bonito, seguí escribiendo para que sigamos disfrutando los Cuentos de Mamá Ingrid.”

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  6. El comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Isálida Ramírez:

    “Hilvané la narración, cuando esa gaita salió y hasta hoy día me cuesta mucho llevar el ritmo de todo lo que acontece con la aparición de cada animalito hasta que llega el diablo a espantar a la mujer; yo nunca pude decir más allá de la mosca, de allí en adelante me perdía. En el cuento lo que más me gusta es que la rana nunca salió debajo del agua. La verdad es que me transportaste, me llevaste a mi niñez. Gracias por ese recuento de la gaita, me parece fabuloso, una narración mágica.”

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  7. El comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por María Eugenia Rodríguez:

    “Espectacular cuento, amiga. Cuánta imaginación, lleva el hilo de toda la canción. Gracias por compartirlo. ¡Ya se la envié a mis nietos!”

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