Kamal, el albino
Kamal era un camaleón que vivía en una tienda donde
vendían mascotas. Había nacido de un lote de huevos que eclosionaron en
cautiverio en aquella tienda. Kamal carecía de la batería normal de
pigmentación en las células de la parte externa de la piel, llamadas
cromatóforos, que contienen los camaleones. Era un camaleón albino, en su
naturaleza, carecía de la capacidad de cambiar de colores como es la peculiaridad
de esta familia de reptiles escamosos.
Desde que Kamal nació, los dueños de la tienda se
percataron de que era un camaleón fuera de lo común y cayeron en cuenta de que
no era un espécimen que tuviera potencial de ser vendido, pues carecía de la
característica que hacen atractivos a los camaleones. Sin embargo, a pesar de
la palidez de sus escamas, decidieron tenerlo por un tiempo para ver si algún
cliente mostraba interés en comprarlo.
Todos sus compañeros, uno a uno, fueron vendidos hasta
que Kamal quedó solo en aquella jaula. Nadie quería comprarlo.
“No podemos seguir alimentando a este camaleón albino.
Tenemos que deshacernos de él.” Sugirió despiadadamente uno de los dueños.
“Podemos echarlo en la jaula de las serpientes o en la de
los monos, para que se lo coman. Será un bocado que ellos apreciarán y así
salimos de él de una manera beneficiosa para nosotros.” Sugirió otro.
Al escuchar estas palabras, Kamal sintió que un escalofrío
de terror corría por su blanquecino cuerpo. Sintió que su falta de color había
sido una sentencia de soledad y de una muerte cruel. Se percató de que habían
dejado la puerta de su jaula mal cerrada y tenía la oportunidad de escapar,
pero entonces pensó que si acaso valdría la pena hacer algún intento de prolongar
su triste existencia. Algo lo impulsó a irse y con su paso lento y decidido se
salió de la jaula; sin que nadie se percatara huyó de aquel lugar.
Por haber sido criado en cautiverio, Kamal no sabía
cazar; estaba acostumbrado a que le acercaran su comida. Así que en su albedrío
caminar comenzó a sentir hambre, sed y mucho cansancio; se sentía muy
desvalido. Tal parecía que el haber escapado no lo había librado de una muerte
segura.
Ya había llegado la noche sin saber hacia dónde conducía
sus pasos. Comenzó a llover muy fuerte y el cielo se estremecía con fuertes
truenos y encendidos relámpagos. Sentía mucho miedo y logró guarecerse debajo
de unos pedazos de madera. Le pidió a Dios que tuviese misericordia de su pobre
existencia y que lo sumergiera en un sueño muy profundo del que ya no
despertara más.
En medio de su cansancio y extrema debilidad, se quedó
profundamente dormido y soñó que trepaba un árbol ayudándose de su fuerte cola
prensil, que lo había atacado una culebra; para defenderse se había inflado
como un globo y que sus pálidas escamas se habían teñido de color, que comenzó
a soplar y a silbar y que la culebra se había asustado y había huido.
No supo cuánto tiempo transcurrió, simplemente abrió sus
ojos y para su gran sorpresa cayó en cuenta de que aún estaba vivo y sintió una
sensación de gran plenitud al sentirse vivo; nunca había experimentado lo
maravilloso que era sentir que un día nuevo comenzaba aunque en realidad su
triste vida no había cambiado.
Había dejado de llover y decidió salir de debajo de
aquellos trozos de madera para continuar un camino que no sabía hacia dónde lo
llevaba, ni cuánto tiempo sobreviviría.
Con su acostumbrado lento caminar, salió de aquella oscuridad
y a medida que se acercaba a la salida podía sentir el frescor del nuevo
día; se sintió muy gratificado por no
haber sucumbido en su sueño como se lo había pedido a Dios.
Cuando estuvo totalmente fuera de su escondite pudo ver
en el horizonte, muy alto en el cielo un semicírculo de siete colores muy
brillantes; un juego de colores que nunca llegó a ver en ninguno de los
camaleones que habían estado en cautiverio con él.
Sintió un regocijo enervante y sonrió con una sonrisa tan
amplia que su sonrisa se convirtió en una risa que sonó como un silbido.
Aquel semicírculo de colores se convirtió entonces en un
torbellino silencioso que llegó hasta él, entró por su boca e iluminó todo su
cuerpo, el cual resplandeció en siete bandas de tales colores como él había
visto en el cielo.
Kamal sintió una tibieza que lo embriagó de una manera
que nunca había sentido; con su precisa y enfocada visión se dio cuenta de que
su cuerpo no era el de un camaleón albino.
Aquello duró unos segundos, pero se sintió un camaleón
privilegiado pues su cuerpo había cambiado de color de una manera sobrenatural
y le dio infinitas gracias a Dios por el privilegio que le acababa de conceder.
Kamal siguió su camino hasta que consiguió un lugar seguro donde pudo vivir, hizo una vida libre en la que aprendió a defenderse y a proveer sus necesidades. Cada vez que llovía y en el cielo se dibujaba un arcoíris, reía con mucho beneplácito y el arcoíris se convertía en un torbellino silencioso que entraba por su boca e invadía su cuerpo y sus escamas reflejaban bandas de siete colores gloriosos.
El comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp: por Nelly Delgado:
ResponderBorrar“Hermoso!!! Un cuento que nos invita a reflexionar sobre cuánto puede cambiar nuestra vida cunado cambiamos nuestra actitud ante ella, cuando nos permitimos soñar y vivir en libertad. Un abrazo y continua con tus hermosos relatos, me encantan!!!!
El comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Magda Petit:
ResponderBorrar“Muy bonita, siempre sacando lo bueno que puede haber en las diferencias.”
El comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Zaida Petit:
ResponderBorrar“Este cuento me gustó, como todos tus cuentos; el camaleón albino que pudo resolver su vida con valentía y ganas de seguir su vida.”
El comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Emelina Petit:
ResponderBorrar“Muy especial relato, me gustó mucho y ver cómo el arcoíris cobra vida en el cuerpo de Kamal. Siempre es bueno leer un cuento antes de dormir y los tuyos son especiales para mí. Dios te bendiga.”
El comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Audo Eno Petit:
ResponderBorrar“Kamal corrió con la suerte de le dejaran la puertecita abierta; Papá Dios le dio la libertad, diciéndole, “
Por aquí te va a ir mejor.” Y le surgió el milagro de esa cosa tan hermosa que cuentas, a su falta de pigmentación Dios le regaló de su benevolencia y sabiduría los colores que da la naturaleza, los colores del arcoíris. Hermoso relato, bello, tierno; eso da a demostrar que la vida tiene siempre para uno algo de recompensa por como se porte o sea la persona. Gracias por ese relato tan bello. Dios te bendiga por esas cosas que se ponen en tu mente y los escribes como un cuento de hadas. Mu bella la historia. Dios te bendiga.”
El comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Isálida Ramírez:
ResponderBorrar“Cada cuento nuevo está lleno de creatividad y fantasía, no me sorprende porque ambas son como si estuvieras como un pez navegando en tus aguas. Es reconfortante saber que la lectura, pueda dedicarle unos minutos a recrear la mente y con la descripción que haces en tu relato, poder uno también fantasear. Yo en mi mente vi al camaleoncito escapando y corriendo, saliendo de ese maltrato. Se pueden distinguir tantas cosas; el valor mismo del ser humano y del animal. Kamal tuvo un instinto de sobrevivencia que hizo que saliera de la jaula para buscar su naturaleza, que lo llama y allí consigue su felicidad. Me transportaste a esos espacios. Me encantó, te felicito y que sigas creando cuentos. Bendiciones!”
Han acertado por completo quienes han dicho que es un cuento muy hermoso. Es además, de muy fresca lectura. Y su tema guarda un sentido muy trascendente. La presencia de los colores en la vida del camaleón, para mi forma de ver es la grandiosa y variada forma en que se manifiesta el amor de Dios. Es bonito verte difundir tus conocimientos ;-) a través de estas lindas creaciones. Muchos éxitos!
ResponderBorrarLos colores de la naturaleza son un reflejo de vida, ese don tan preciado con el que somos privilegiados al nacer. Algunos creemos que no tenemos ningún color o que nuestro color no es tan bello como el de otro, pero todo y cada ser viviente refleja su color especifico, ése que nos hace ser un ser vivo. Gracias por tu hermosas palabras, mi querido Juan. ¡Dios te bendiga!
ResponderBorrarEl comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por María Eugenia Rodríguez:
ResponderBorrar“Hermoso y tierno relato, amiga. Me encanta y alegra verte en esta faceta de escritora creativa. Estoy muy feliz por ti y por mí, pues no te imaginas como lo disfruto. Dios te bendiga.”