Vacas. 1890, Pintura de Vincent, El Pintor
Holandés.
Alfalfa, Estrella y Opaca
Había una granja agropecuaria que tenía una población de
bóvidos muy alta. Era la granja más
productiva de toda esa región. Entre todas las vacas paridoras había una
llamada “Carabobo”, esta vaca era la vaca que producía el mayor número de
litros de leche diarios y la leche más cremosa.
Vaca descansando. La Haya. 1883. Pintura de Vincent, El Pintor Holandés.
Carabobo había tenido un par de terneros en su primer
embarazo y ahora estaba preñada por segunda vez; por lo prominente de su panza
los criadores creían que sería de nuevo un parto múltiple, “Este será el
segundo y el último parto de Carabobo. Los partos múltiples son muy riesgosos,
o se mueren las crías, o se muere la madre, o se mueren las dos partes. Así que
apenas Carabobo salga de este trance, la llevaremos al matadero.”
Los criadores mantenían bajo estricta vigilancia a
Carabobo para poder asistirla cuando su trabajo de parto comenzara, aminorando
así los riesgos envueltos en su parto múltiple.
Carabobo daría a luz en cualquier momento el venidero mes
de julio.
“¡Carabobo ha desaparecido!” Alarmantemente los criadores
le comunicaron al capataz de la hacienda.
“¡Esto es inaudito!” Gritó el capataz extremadamente
fuera de sí. “Salgan todos a buscarla con toda urgencia. Esa vaca loca se ha
ido a esconder para tener sus crías donde nadie la pueda ver!” Sus órdenes
fueron obedecidas, pero por más que la buscaron nadie la pudo encontrar.
Así que, un día de julio cuando brilló una hermosa luna de alce, Carabobo parió trillizas.
Luna de alce. Maracaibo, julio 2022. Foto cortesía de Magda Petit.
Después de haber estado ausente por varios días, Carabobo
regresó a los corrales de la hacienda con la sublime compañía de tres
saludables terneras.
El capataz de la hacienda las nombró Alfalfa, Estrella y
Opaca. A pesar de la euforia causada por el hecho de que Carabobo había
colaborado grandemente con la población de los bóvidos de aquella hacienda,
tomaron la determinación de llevarla al matadero.
Todas las reses llamaron a aquellas terneras “las
iluminadas”, en parte por haber nacido una noche de luna de alce y por haber
sido trillizas.
Alfalfa, Estrella y Opaca disfrutaron por muy corto
tiempo de los cuidados de su Mamá Carabobo, porque prontamente la llevaron para
ser sacrificada y ser vendida como carne, en los mercados.
Antes de que Carabobo fuese separada de sus trillizas les
dijo, “Hijas mías, busquen sabiduría en las alturas y fortaleza en la tierra.”
Ninguna de sus tres hijas entendió en ese momento el mensaje que encerraban
aquellas palabras.
Tristemente, Alfalfa, Estrella y Opaca se convirtieron en
erales huérfanas. Ya no pudieron más saborear la frescura de la leche de su
madre y sentir sus tiernas caricias.
“¿Por qué tuvieron que llevarse a nuestra madre?” Era la
pregunta que se hacían las tres hermanas cada día, guardaban la esperanza de
que algún día la trajeran de nuevo a su lado.
Hasta que un día una de las vacas mayores les develó la
triste verdad, “Vuestra madre fue sacrificada, Carabobo apresuró su final al
quedar preñada con vosotras. Ellos nunca arriesgan perder sus ganancias.
Vivimos para enriquecer sus arcas y alimentar sus estómagos.”
Desde ese momento, Alfalfa, Estrella y Opaca sintieron
que tenían que hacer algo para revindicar la memoria de su Mamá Carabobo, quien
con toda dignidad y valentía las había traído al mundo.
“No es justo que nuestra especie animal viva sólo para
beneficiarlos a ellos. Nos han robado todo, nuestra dignidad animal, nuestra
vida salvaje y natural. Nuestras hembras quedan embarazadas cuando ellos
deciden y de quién deciden; la mayoría de nuestros machos no llegan a la edad
adulta, son “cortes de carnes” para sus mercados cuando apenas alcanzan su
temprana juventud; muy pocos de ellos llegan a reproducirse, entonces los usan
para que embaracen a un centenar de nosotras. Castran a los machos para
poderlos dominar como si fuesen robots, nos cortan los cachos porque son
peligrosos para ellos. No comemos el pasto que tanto nos gusta sino alimentos
balanceados que producen en sus fábricas. Ni siquiera morimos de cualquier
enfermedad que nos aqueje porque ellos deciden que tienen que ponernos una
inyección, para que nos durmamos para siempre porque siempre nuestras vidas
están en sus manos.” Dijo una de ellas sumergida en un dolor muy profundo.
“Tenemos que escapar de esta vida tan triste, buscar un
lugar donde podamos vivir como lo que somos: animales libres.” Dijo la segunda
suspirando con mucha fe.
“Necesitamos alguien que nos guíe. Nuestra madre nos
dijo: Busquen sabiduría en las alturas.” Dijo la tercera.
Entonces, Alfalfa, Estrella y Opaca levantaron sus
miradas a las alturas y vieron a un águila que se remontaba en la inmensidad
del cielo.
El águila bajó hacia ellas como si lo hubiesen llamado
con sus ojos, “Os entiendo, entiendo vuestra indignación ante la atrocidad que
viven.” Les dijo con voz calmada y compasiva.
“¿Cómo puede usted saberlo si usted vuela libremente por
el aire?” Preguntó Opaca con mucho dolor.
“En el aire se respira la sabiduría de nuestra
naturaleza. Vuestra madre lo sabía. Yo tácitamente entiendo lo que es vivir sin
libertad animal. Hablen con todos vuestros hermanos bóvidos, estoy seguro de
que la mayoría comparte ese sentimiento. Yo os ayudaré a encontrar un lugar
donde vivan sin el yugo de los humanos, para que recobréis la dignidad de ser animales libres y
salvajes.” Les explicó el águila con sólido conocimiento de lo que les decía.
“No hay lugar donde ellos no nos puedan encontrar; son
dueños de la tierra que pisamos.” Suspiró Alfalfa con profundo desaliento.
“El hombre no sabe tanto como cree saber, ni conoce el
suelo que pisa como cree conocerlo. Nunca dominará las fuerzas de la tierra;
así como vosotras y tantas otras especies animales sois sus víctimas y sus
esclavos; ellos son víctimas y esclavos de las fuerzas naturales.” Siguió
hablando el águila exudando sabiduría.
“¿Eso quiere decir que, acaso hay algún lugar a donde
podemos ir y donde ellos no nos encontrarán?” Suspiró Estrella con un destello
de ilusión en su mirada.
“Yo os guiaré. Cruzaréis el rio que está infestado de
hambrientos cocodrilos sin que ninguno de ellos las ataque, caminaréis por
praderas muy llanas y colinas muy empinadas. Escalaréis el abismo de un volcán
que ha yacido inactivo por siglos, para llegar a una sabana plácida y acogedora,
reverdecida por el pasto más verde y
jugoso que jamás hayáis alguna vez imaginado. Allí podréis vivir para que le
rindáis honores a vuestra madre Carabobo y a todos vuestros ancestros. El
hombre nunca llegará a encontrarlas porque la fuerza del volcán las protegerá
escupiendo la lava incandescente de sus entrañas para mantenerlos alejados.”
Alfalfa, Estrella y Opaca sintieron que las palabras del
águila eran sinceras y que encerraban el mensaje que Mamá Carabobo les había
querido transmitir antes de que los humanos la alejaran de ellas.
Hablaron con todos los bóvidos de aquella hacienda y casi
todos entendieron el propósito de sus palabras y planificaron su huida.
Una noche en la que sus cuidadores festejaban en grande
una gran fiesta y en la que todos consumieron grandes cantidades de licor para
luego quedarse profundamente dormidos; todas aquellas vacas y toros
emprendieron un peregrinaje siendo guiados por la sabiduría del águila.
Lograron llegar a aquellas praderas amplias y hermosas
donde el pasto no parecía tener fin, eran custodiadas por aquel inmenso volcán
que yacería dormido mientras la voluntad humana no lo desafiara, pues entonces
entraría en una erupción despiadada en la que su lava sólo manaría hacia ellos
para que retrocedieran.
Alfalfa, Estrella y Opaca vivieron libres y felices junto
a una manada de bóvidos cuyos números fueron en aumento y disminución según el
balance perfecto que ejerce la Madre Naturaleza.
Vacas en una pradera. 1883. Pintura de Vincent, El Pintor
Holandés.
El siguiente mensaje fue enviado vía WhatsApp por Magda Petit:
ResponderBorrar“Te repito lo que te digo cada vez que leo un cuento tuyo: Tenéis una imaginación impresionante. Mezclaste muchas cosas: Mamá Carabobo con Alfa, Ella y Upaca; y tu preocupación por la destrucción que está haciendo el hombre a La Tierra. Muy buena historia, muy, muy buena historia, me gustó mucho y capté esa sensación, esa preocupación tuya de la destrucción de La Tierra. Buen mensaje, me encantó. Gracias por haber puesto mi foto; es un honor”
Va puej, qué bien, yo ni me había fijado en que estaban intrínsecas la Alfa, la Ella y la Upaca, que los maracuchos sabemos lo que significan.
BorrarEl siguiente mensaje fue enviado vía WhatsApp por zaida Petit:
ResponderBorrar“Muy bonito cuento, da Fe y Esperanza, donde quiera debemos saber encontrar a Dios. La mano de Dios nunca falta, eso es lo que veo en esa historia. Me gustó mucho.”
El siguiente mensaje fue enviado vía WhatsApp por Nelly Delgado:
ResponderBorrar“¡Qué bonita historia!”
Muy lindo el cuento en el pude conocer el significado de dos palabras nuevas para mí : erales y bóvidos.
ResponderBorrarTambién trae mucha reflexión con respecto al tema del hombre sobre su autoridad y maltrato con los animales.
Gracias, mi negrita de mi corazón; gracias por leer mis cuentos y nutrirte de ellos. ¡Dios te bendiga!
BorrarEl comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por María Eugenia Rodríguez:
ResponderBorrar“¡Qué mente maravillosa! Qué manera de narrar tan linda y educativa, en un cuento explicaste claramente la situación actual de atención a los animales y a la de la madre tierra. ¡Bendiciones!
Darle vida a una liberación de la esclavitud a la que sometemos los humanos a las vacas, no es cualquier cosa, es una especie de milagro, así que por eso y por la forma en como está escrito, creo que este cuento tiene mucho mérito. Te felicito una vez más. Esta vez porque lograste una propuesta literaria muy completa en este relato. Me resultó agradable e interesante leerlo.
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