Burbujas de Colores
Érase una vez
un bosque donde sólo vivían pájaros, todos ellos con algo en común: todos
tenían un plumaje renegrido.
Uno de estos
pájaros, el más pequeño de todos, se embelesaba admirando el color de las
flores y se preguntaba por qué las flores tenían tanta variedad de colores y
aunque ellos se alimentaban de sus néctares tenían plumas renegridas.
Un día, uno de
ellos apareció con un plumaje exquisitamente teñido de un intenso color rojo.
Toda la comunidad de pájaros estaba atónita, estaban tan abrumados que no se
atrevían a creer que era uno de ellos. ¿Sería acaso un pájaro enviado por el
Espíritu del Mal para destruirlos?
“¡No me miren
con esos ojos de terror! ¡Soy un ave de este bosque, no van a creer lo que he
descubierto!” Les dijo emocionado.
Aun habiéndoles
hablado, todos los pájaros seguían mirándole con atónito asombro.
“Volé muy
lejos, me introduje en lo más profundo del bosque; alguna fuerza extraña me
llamaba. En aquella espesura mágica encontré una laguna de agua calmada y
cristalina que reflejaba majestuosamente los rayos del sol. Parecía un espejo,
su brillo no era cegador, más bien era un brillo que sin hablarme me invitaba a
que me sumergiera en él.” Aquel pájaro tiritaba de felicidad al relatarle su
historia a aquella inmensa bandada de pájaros de plumaje renegrido, lo
escuchaban casi petrificados.
“Me bañé en
aquella laguna mágica, me sentí acariciado por un agua ricamente tibia, a su
contacto se formaron pequeñas burbujas en mis plumas. Me sentí muy liviano, tan
liviano como cada una de las pequeñas burbujas que cubrían mi cuerpo. Fue una
sensación mística. Perdí la noción del tiempo, tuve la sensación de haberme
quedado profundamente dormido y de soñar que aquellas burbujas me extendían las
alas y me elevaban a una altura infinita, me llevaron tan alto que casi toqué
el sol. Entonces, una a una, las burbujas comenzaron a romperse con mucha
sutileza y de cada una de ellas salió una pequeña gota roja que se absorbió en
mis plumas. Mi plumaje cambió totalmente hasta convertirme en lo que ustedes
están viendo.”
Todos los
espectadores seguían anonadados ante aquel ser tan rojo que estaban viendo, y
ante la historia que les había contado; sentían incredibilidad, miedo y un
asombro abismal, todo aquel cúmulo de sentimientos les impedía hablar. Seguían
casi convencidos de que era un ser de otro planeta o un enviado de los
espíritus malignos.
Se escuchó la
voz del más pequeño de todos, aquel pajarito que se extasiaba admirando el
colorido de las flores, “¡Llévanos a esa laguna mágica!”
“¿Llévanos?
¡Habla por ti, no por todos nosotros!” Gritó uno.
“¿Cómo podemos
confiar en él? Lo que nos ha contado es algo demasiado fantasioso.” Adujo otro.
“La Madre
Naturaleza es Infinita. Miren el colorido de las flores, tal vez las plantas se
alimentan de esa laguna que se convierte en un rio subterráneo que calma la sed
de sus raíces y así colorea sus flores. De nuestros ancestros hemos aprendido
que en la unión está la fuerza y la seguridad; si vamos todos juntos con él,
tendremos la oportunidad de que nos demuestre que es verdad lo que nos ha
contado y nos protegeremos los unos a los otros. Yo me ofrezco para ser el
primero en bañarse en esa laguna, si no me sucede nada malo, entonces el resto
podrá bañarse con confianza.” Los ojos de aquel pajarito brillaban con mucha
intensidad; estaba imaginándose su oscuro plumaje teñido de muchos colores
brillantes.
La inmensa
bandada de pájaros permanecía callada, aunque aquel silencio se iba rompiendo
con el intercambio de miradas que tácitamente se iban entusiasmando por el
ímpetu del pequeño compañero.
Se atrevió a
hablar uno, “El pájaro rojo aún no ha dicho que nos llevará a esa laguna de
burbujas mágicas.” El pajarito que soñaba con el color de las flores sintió que
ya había un consenso de apoyo.
“¡Claro que los
llevaré!” Explotó jubilosamente el ave roja.
Alzó su vuelo y
todos los pájaros lo siguieron con la mayor prontitud.
Aquella bandada inmensa formó una nube muy grande que cubrió el cielo de aquel bosque; con un
vuelo magníficamente sincronizado surcaron por el aire siguiendo a aquel ave
guía que los llevaría a bañarse en aquella laguna de agua mágica, que le
cambiaría el plumaje a cada uno de ellos.
En aquel raudo
vuelo, nuestro pequeño pajarito se fue quedando rezagado; no podía volar con la
velocidad de los otros pájaros y la distancia entre él y la bandada se
acrecentaba cada vez más.
Allá en la
vasta distancia, vio cómo la nube de pájaros bajó para meterse de nuevo en la
espesura del bosque. Luchaba para no desfallecer y poder llegar hasta el lugar
donde los había visto descender.
Muy jadeante y
extenuado llegó a aquel preciado destino, la numerosísima bandada de pájaros
había colmado aquella laguna en la que ya él no tenía espacio para bañarse.
Con ojos de
asombro vio a cada una de aquellas aves teñirse de color: rojo, amarillo, azul,
anaranjado, verde, violeta, en todas sus tonalidades y combinaciones; fue un
espectáculo sobrenaturalmente maravilloso.
Uno a uno
fueron saliendo de la laguna, en la medida que salían, el agua se iba haciendo
más poca, y más poca y cuando ya no quedó ninguna, tampoco quedó agua.
Los pájaros
estaban todos no sólo bañados de color sino también bañados de una euforia
enervante. Ninguno se daba cuenta de que el pajarito que los había entusiasmado
para atreverse a ir a esa laguna paradisíaca era ahora el único de plumaje
renegrido y que la laguna se había secado.
Era él ahora el
único casi petrificado del desencanto, su sueño de ser un pájaro colorido como
una flor se acababa de romper en mil pedazos.
Su garganta
estaba tan seca como su alma. Miró hacia el fondo de la laguna y vio un punto
luminoso que lo atrajo como si fuese un imán y él, un pequeñito objeto de
metal. Aleteó con una fuerza inusitada y llegó al fondo de la laguna; aquel
punto luminoso era una gota de agua que le invitaba a que refrescara su
sedienta garganta. Movido por un instinto sutil bajó su piquito hasta tocar la
gota de agua que subió vertiginosamente por él para mojar su seca garganta.
Estaba siendo observado
por todas aquellas aves que ahora eran preciosamente coloridas como un
majestuoso jardín.
Surgió
abruptamente un remolino de burbujas que envolvió al pajarito y lo elevó al
cielo; y en la altura, el pajarito de plumaje renegrido comenzó a trinar de una
forma melodiosa que nunca había sido escuchada en la inmensidad de aquel
bosque.
Todos los
pájaros se quedaron extasiados; el pajarito sintió un inmenso beneplácito de
que de su garganta emanara un trinar tan exquisitamente melodioso que deleitaba
a todos sus compañeros.
Al reunirse con
la bandada, su renegrido plumaje resaltó grandemente entre todos y se sintió
orgulloso de ser un fiel ejemplar de sus ancestros; entendió que el color
renegrido era un color muy bello, tan bello como todos los demás y que tal vez
entre las flores había una flor negra que por ser tan especialmente bella permanecía
tan escondida como aquella laguna mágica.
El pajarito de
plumaje renegrido representa el ancestro más antiguo de todos los pájaros con
trino melodioso del reino animal.
El mensaje siguiente fue enviado vía Facebook por Neudis Rivera:
ResponderBorrar“¡QUÉ BELLEZA DE MENSAJES! mi querida y valiosa Ingrid. Me vino a la memoria que el que ríe de último ríe mejor, con la historia del pajarito que viendo lo poco agradecido que fueron sus hermanos, su corazón lloró de pena y la vida conmovida, le obsequió una voz cantarina. Sin embargo, miraba con dolor y desencanto más no con irá a las demás aves que no repararon que él, no estaba con ellas bañándose. Y el de la niña, ¡Qué enseñanza!, cuando la conciencia se siente culpable y cuando la conciencia está en paz consigo misma. Ingrid, que bonita mente para construir cuentos que llenarían de reflexión las mentes de muchos niños. FELICITACIONES, amiga bella. Uno de estos días te compartiré algunos de mis amados cuentos infantiles, que a veces pienso que van dirigidos especialmente, a mi niña interior. Te abrazos desde mi corazón amiga.”
El comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Emelina Petit:
ResponderBorrar“Este cuento me gusta mucho por sus protagonistas; los pájaros son una de mis debilidades y distracciones favoritas.”
ResponderBorrarEl comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Alí Bravo:
“¡Maravilloso cuento! Muchas gracias, Ingrid. Exalta el valor y la belleza de lo común, de lo simple a primera vista. Nuevamente, muchas gracias.”
El comentario siguiente fue enviado vía WhatsApp por Zaida Petit:
ResponderBorrar“Es una historia maravillosa, muy bonita. Me encantó por sus protagonistas, los pajaritos son muy tiernos, a mí particularmente me lo parecen.”
¡Genial es este cuento que nos habla de los secretos de la naturaleza, que no son secretos mas sí maravillas para quienes los saben observar! Enseña cosas de lo más importantes. Por cierto que veo tu blog muy pulido en lo que se refiere a la presentación gráfica. Me gusta porque es grato de ver y leer, y se nota muy bien organizado. ¡Muchas felicitaciones!
ResponderBorrarGracias por tus sustanciales palabras. Tú eres parte esencial de mi blog de escritura. Dios te bendiga!
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